Desde el fénix

José Ramón Del Río

Imaginación

CUANDO las cosas vienen mal dadas, dicen que no hay que resignarse, sino agudizar el ingenio. Ahora que estamos en tiempo de crisis, porque los precios de los alimentos no hacen más que subir, el paro aumenta, sobre todo, en la construcción, y los bancos, aunque ganan más, dan menos créditos y más caros, el consejo de pensar para escapar de tanta contrariedad es acertado. No vale para nada intentar resolver el problema negando que exista, como ha hecho nuestro Gobierno en funciones, o diciendo -como dijo el delegado de la Junta- que si hay más paro es porque se inscriben más personas en sus listas ante la perspectiva tan favorable que ven de la situación económica. La verdad es que hay que reconocerle ingenio, o, por lo menos, humor negro al ocurrente autor de la frase.

Pero, volviendo a nuestro alegato, es ya muy común, para ahorrar, "bajarse", en lugar de comprar, canciones o películas de internet, lo que nada tiene de censurable, como tampoco lo tiene que en vez de escribir una carta, rellenar el sobre, pegarle un sello, comprado en el estanco y acudir al buzón más próximo, se teclee la misiva en el ordenador y se remita por correo electrónico. Estas son soluciones ingeniosas, pero de las que no se puede presumir, porque el ingenio lo puso otro. Este no es el caso de un austríaco que vive en Cádiz. Como tantos otros mortales previsores tiene contratado un seguro que cubra los gastos de su sepelio. La prima que hay que pagar todos los meses depende, como es natural, de los servicios contratados, y cuando observa que el ataúd se presupuesta en más de 1.000 euros, objeta que su carpintero de toda la vida le hace la caja por 60 euros, pero la funeraria, como algunos bares, no le permite consumir artículos que no sean del propio establecimiento.

Por mucha imaginación que yo le pongo, no encuentro solución al problema que me aqueja y que consiste en que desde hace seis días, en mi casa, no funciona ADSL y, por tanto, no puedo usar internet, pese a que puntual y mensualmente abono a Telefónica los 40 euros de rigor. Da igual que uno llame a "averías", "incidencias", "facturación" o "atención al cliente", para cada una de estas llamadas hay una operadora contestando, con dulce voz y suave acento sudamericano, que dice que hoy mismo quedará subsanada la avería. Ahora la falta de Internet es como cuando antes se iba la luz y la casa quedaba colapsada. La diferencia consiste en que antes, con "Sevillana" no se podía hablar, pero te podías alumbrar con velas. Ahora, sin conexión a Internet no eres nada ni nadie. Pero el que no se consuela es porque no quiere: acabo de recibir de Telefónica una comunicación donde me dan la enhorabuena por tener el mejor ADSL del mercado. Menos mal.

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