Iceta

El señor Iceta puede ser el adalid que reconduzca al PSC a sus lejanas posiciones de izquierda

Como es lógico, uno se cansa de hablar de la cosa catalana, de la pequeña sedición nacionalista, comandada por el señor Puigdemont. Pero, claro, si no solventamos esto ahora, si no insistimos en la ominosa ideología que sustenta el putsch, igual el señor Iglesias nos convence de que vivimos en un Estado represor, que persigue a la dulce angeleología cantonalista y a sus adorables querubes. En fin, uno quisiera recordar la actitud del señor Iceta el otro día, y su limpia defensa de la democracia. Entonces, don Miquel Iceta dijo que el PSC quiere permanecer en España y que el referéndum, además de ilegal, es un estrepitoso happening para independentistas que divide a los catalanes. Por otra parte, don Miquel le pedía a doña Ada Colau que aclarase su posición. Pero se conoce que doña Ada andaba un poco liada y no ha tenido tiempo de aclararse.

No es la primera vez que don Miquel Iceta se destaca como un orador eficaz y un político inteligente y preciso. De los dos hallazgos favorables que nos ha traído el procés (aparte de la calamitosa idiocia de sus dirigentes), uno es la figura resuelta y decisiva de doña Inés Arrimadas, y otra es la réplica punzante de don Miquel Iceta a las vaguedades del señor Puigdemont y a ese limbo extralegal donde han situado su arcadia cantonalista. Decía Ortega que en el Parlamento no se puede hacer ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí. Y lo cierto es que el señor Iceta es lo contrario de cualquiera de estas categorías, en las que el parlamentario se desliza hacia el orate. En el señor Iceta ha prevalecido siempre una clara concepción del problema -más clara quizá que en sus compañeros de Madrid-; por todo lo cual nos preguntamos dónde estaba el señor Iceta cuando el PSC de Montilla. Y en general, nos preguntamos dónde estaba el PSOE cuando decidió asimilarse al discurso nacionalista y perdió su posición en las dos regiones más industrializadas de España: Cataluña y el País Vasco.

El señor Iceta puede ser el adalid (calvo y bajito, pero adalid) que reconduzca al PSC a sus lejanas posiciones de izquierda. Es decir, a un discurso de clase y no de clan, donde se incida en las mejoras sociales, y no tanto en los abuelos de la masía, como la distinguida juventud de la CUP. Si esto es así, puede la izquierda tenga una oportunidad, no sólo en Cataluña, sino en toda de España. Lo contrario sería la vieja España tradicionalista. Lo contrario es Sánchez Gordillo y sus alegres cantos regionales.

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