El mismo día que Neymar pagaba 222 millones para irse del Barça y jugar en el PSG francés, fallecía en Ibiza uno de esos deportistas de verdad que deberían tener la consideración de santos del deporte. Ángel Nieto no podía superar las consecuencias del accidente de tráfico que sufrió el 26 de julio y nos dejaba para siempre. El 12+1 veces Campeón del Mundo de Motociclismo se marchaba dejando tras de sí una carrera ejemplar en la que demostró qué es el deporte, el sufrimiento, la superación y el éxito con mayúsculas.

En un país como el nuestro ya nos hemos acostumbrado a los éxitos deportivos. Sean estos en el reino de los horteras multitatuados futbolistas o en disciplinas minoritarias como el bádminton de nuestra Carolina Marín. A nadie sorprende a estas alturas que podamos tener a un chaval que es campeón del mundo de patinaje sobre hielo, a una chica que lleve ya no sé cuántos mundiales de kite surf o a un tenista que reina en el mundo de la raqueta. Todo parece normal y comenzamos a vivir casi con indiferencia los éxitos de unos deportistas que rompen barreras y baten récords. Es otra consecuencia más de habernos convertido en un país moderno y de vanguardia, mal que les pese a algunos escuchar estas palabras.

Pero hubo un tiempo en el que esto no era así. Una época en blanco y negro en el que España no sabía qué se sentía al tener a alguno de los suyos entre los mejores del mundo. Una era en la que nuestros éxitos eran fruto de un grupo de locos vanguardistas o de ciclistas sufridos como el gran Bahamontes. En esos años en los que el Cordobés reinaba desde su toreo revolucionario y Di Stéfano ejercía de Saeta Rubia comenzaron a aparecer en el horizonte nombres a los que se les debería construir un memorial. Manolo Santana, Ángel Nieto y Severiano Ballesteros forman la santísima trinidad que enseñó a los bajitos y grises españoles de la época que podíamos ser los mejores del mundo en algo. En deportes que además que tenían nada que ver con lo que hasta entonces se había calificado como nuestra esencia patria: el golf, el tenis o el motociclismo. Es más, reinaron en disciplinas hasta el momento eran consideradas en el país para pijos o para quinquis.

La muerte de Ángel Nieto debe llevarnos a reconocer lo que hemos avanzado y a valorar el esfuerzo de aquellos pioneros alocados. En una época en la que existen los centros de alto rendimiento, las escuelas infantiles de captación y miles de patrocinios, no debemos olvidar que estamos donde hemos llegado en el deporte de la mano de aquellos que se lo jugaron todo por conseguir un sueño. Personas, como Ángel Nieto, que merecen ser reconocidas por su contribución a mejorar la autoestima de un país que venía de muchos años de vida gris. Deportistas que durante toda su vida dieron ejemplo de superación y que dejan un legado difícilmente cuantificable. Hombres que han sido ejemplo a seguir. Descanse en paz el maestro Ángel Nieto.

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