Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Haidar, un mes ya

HOY se cumple un mes de la llegada de Aminatu Haidar al aeropuerto de Lanzarote. Treinta días en los que se han repartido todas las cartas de un juego de intereses que se disputa a tres bandas: Marruecos, España y Sahara. Ahora, todos los protagonistas de este drama tienen que elegir. La huelga de hambre y la actitud firme de esta mujer, la han convertido en un icono mundial de la lucha del Sahara por su independencia, para escarnio de los marroquíes que la despojaron de su pasaporte y la expulsaron del país.

Marruecos tiene que decidir si quiere consolidar la imagen de nación más democrática y moderada del Magreb musulmán, o prefiere aparecer como un país casi feudal, con un soberano absoluto que controla desde palacio a unos partidos políticos dóciles y bien mandados. Un alto funcionario del Estado y el propio ministro de Exteriores, Fassi Fihri, amigo personal del rey Mohamed VI, han recordado la importancia que la colaboración de Marruecos tiene para España en la lucha contra la inmigración ilegal, el terrorismo islamista o el tráfico de drogas. Esto, más que una amenaza, es un hecho. A 15 kilómetros de nuestra costa, en la pequeña Colombia marroquí, el cuadrilátero del Rif que forman Tetuán y Alhucemas por el norte y Taunat y Taza por el sur, hay más de 100.000 hectáreas dedicadas al cultivo del cáñamo índico, en las que se pueden cosechar 2.500 toneladas de hachís al año. Los terroristas del 11-M vinieron de Marruecos y allí está la base más cómoda para las mafias del transporte de inmigrantes ilegales.

Las relaciones internacionales se preocupan sobre todo de defender intereses, más que valores, por eso los distintos gobiernos democráticos españoles se han interesado muy poco del Sahara Occidental, ocupado por el rey Hasan II, durante la agonía del general Franco, al final de la Dictadura. Hay quien sostiene que la cosa puede ser peor para España: que los tres últimos sultanes de la dinastía alauita tenían cada uno una misión, la independencia, la anexión del Sahara y la recuperación de Ceuta y Melilla. Mohamed V consiguió la independencia en 1957, Hasan II se quedó con el Sahara en 1975 y el actual monarca nada ha hecho de momento para ensanchar sus dominios...

España tiene que decidir si guarda sus intereses o defiende sus valores. La resistencia de Haidar ha puesto en evidencia la ambigüedad de los gobiernos españoles con la causa saharaui. Pero la propia Haidar también tiene sus contradicciones. Ayer, decía en El País dos cosas. 1. "No soy española, soy saharaui y mientras mi tierra esté ocupada, el ocupante, Marruecos, tiene la obligación legal de darme un pasaporte". 2. "Según la doctrina de la ONU, España sigue ostentando la soberanía y la administración [del Sahara]". Sigo sin comprender por qué no acepta un pasaporte español para volver a El Aaiún.

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