La firma

Antonio / Fernández Jurado

Gracias, Vieja(Di'Stefano, dixit)

Todo está dispuesto para que comience el espectáculo y ruede la pelota. Quedan pocas horas para la finalización de las especulaciones que provocaron los traspasos y la suerte quede echada para el cierre de las plantillas y el inicio de la evidencia sobre quienes hicieron bien o mal la tarea y, por tanto, tendrán opciones de cumplir los objetivos soñados durante el verano y que debieran tener sus fundamentos en el análisis, lo más objetivo posible, de lo acontecido en la pasada temporada. Este es el reto de dirigentes y técnicos, al que han de darle forma los jugadores y disfrutarlo o sufrirlo, los seguidores.

Y es que como nos dice Cruyff: "El fútbol es espectáculo, si no, no es fútbol". En base a ello, argumenta la necesidad de directivos que busquen algo más que la mera rentabilidad de una inversión. La necesidad de entrenadores alegres que les interesen las facetas más alegres del juego,además de desterrar esa manía estadística a semejanza del baloncesto.En éste, el tiempo limita la posesión del balón, en el fútbol se lucha por mantenerlo aunque lo importante es saber qué haremos con él. De ahí lo dicho sobre los entrenadores, pues la creatividad no puede estar reñida con la disciplina del grupo, porque seremos un equipo.

Pero hay más. El fútbol, para el buen aficionado, es y debe ser, como nos sugiere Javier Marías, una escuela de comportamientos y nostalgias. "La recuperación semanal de la infancia", con su interminable desfile de héroes y villanos, del pasado y del presente, además de esa prole de figurantes de cada domingo en los estadios y las gestas instaladas en la memoria con la permanente ilusión de su repetición.

¡Cuánto esperamos de cada domingo!, pero somos inasequibles al desaliento y volvemos, aunque no hayamos recibido lo deseado. ¿Cómo explicarlo? Valera y Machado, intentan hacerlo en su libro Futbolía, con deliciosas comparaciones entre el fútbol y la filosofía, pues ambas nos conectan, ¿verdad, amigo Toti?, con la belleza y la intensidad. ¿O es que acaso -nos vienen a decir- Zidane y Platón no dominan el reino de las ideas; Kant y Beckenbauer no defienden los límites de lo razonable y Marx, junto a Roberto Carlos, no son dos izquierdas prodigiosas? Como ven, el fútbol da para tanto -no he hablado de resultados, árbitros, penaltis, ...- que por eso nos atrae y nos apetece disfrutarlo con toda intensidad y si, además, triunfa el equipo de nuestros amores, todo será perfecto.

Termino parafraseando a Di'Stefano en su biografía, que agradece casi todo a quien le sirvió fielmente en su carrera, la pelota. Diciéndole: Gracias, Vieja.

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