Desde el fénix

José Ramón Del Río

Gorrones

EN EEUU, a la obsesión por la seguridad no le acompañan los resultados. Mataron al presidente Kennedy con las balas de un rifle, disparado desde una ventana y derrumbaron las torres gemelas de Nueva York. Pues bien, en el país con más controles de seguridad del mundo, el matrimonio Salahi, Michaele y Tareq, se coló en una recepción ofrecida al primer ministro indio por el presidente Obama y que iba seguida de una cena. No hay testimonios gráficos de la pareja cenando, pero sí del momento en que Michaele, con sus dos manos, estrecha la derecha del presidente, mirándole a los ojos, con una pulcra sonrisa que le es devuelta con otra sonrisa, aún más expresiva. Tareq, entre tanto, contempla la escena complacido. En la foto, junto a Obama se aprecia el turbante del primer ministro indio y, al fondo, el rostro cejudo del que -supongo- es personal de seguridad,

Aquí en España, donde colarse, para algunos, es una necesidad vital, aunque sea muy factible entrar sin invitación a un acto, no es tan fácil si al final se sirve la clásica copa de vino español, y absolutamente imposible si se trata de una comida, con lugares asignados en las mesas. Cómo el matrimonio entra en la recepción, sin más requisito que vestir de esmoquin el caballero y un traje, con reminiscencias indias, la señora, tuvo que ocurrir así:

-Por Dios, Tareq, otra vez has vuelto a olvidar en casa la invitación- dijo la señora.

-No se preocupe -le replica el del servicio de seguridad, agobiado por la cara compungida de Michele-. Ahora compruebo sus nombres en la lista de invitados

-Aquí no aparece Salahi -dice el de seguridad.

-Vaya, otra vez el responsable de protocolo se ha equivocado. Es un desastre -dice Tareq.

-Sí, un verdadero desastre -le contesta-, ya ha habido otros invitados que no estaban en la lista. Pasen, por favor, sorry, sorry.

Una vez que saludan efusivamente a Obama y también al primer ministro indio del turbante, con la copas y los canapés, no debieron tener problemas. ¿Pero dónde se sentaron para la cena? Una vez conseguido su objetivo, les daba igual. Ellos fueron para poder colgar las fotos de su asistencia en internet. Además yo sé por experiencia que siempre hay sitio, aunque no en lugar preferente. Cuando un compañero y amigo vino a Cádiz en campaña electoral, quise asistir a la comida que le ofrecían y llamé al responsable del acto para adquirir el ticket de la comida. Me dijeron que ninguno de los invitados pagaba y que me considerara invitado, indicándome que sólo quedaba sitio en la mesa número tal. Allí me senté y compartí, encantado, el almuerzo con los chóferes y escoltas de las personalidades. Tampoco a los Salahi les importó nada la mesa en que se sentaron.

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