Me vienen a la memoria algunas frases latinas. De Cicerón a veces. Aquella de las Disputaciones Tusculanas, compuestas cuando disfrutaba de su retiro lejos de las convulsiones de la República en su finca rural. "¡Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido!", escribía Fray Luis de León. Decía el filósofo romano: "Patria est, ubicumque est bene": "La patria está donde uno se encuentra bien". Según las encuestas así lo confiesa la mayoría de los españoles que se sienten felices. Sobre todo cuando una interminable serie de embrollos de toda laya no parecen quitarles el sueño ni apartarles de la pequeña pantalla cuando a millones se congregan para ver un partido de fútbol en una competición en la que parece que juegan sólo dos equipos o ante uno de esos infumables programas de la más incalificable y repugnante telebasura. No puede sorprender, por otra parte, una encuesta reciente proclamando que "los españoles son, de todos los europeos, los que menos confianza tienen en la Justicia".

El panorama es complejo e inquietante, un auténtico caleidoscopio cegador, alucinante o tenebroso, distorsionado y preocupante, cuando el informe Taxing Waves de la OCDE acerca de la densidad de los impuestos sobre el trabajo en las treinta y cinco naciones miembros de la organización de economías desarrolladas, "España es uno de los países que más impuestos cobra a las familias con hijos"; los casos de corrupción nos agobian, las filtraciones se producen con una impunidad escalofriante, no se respetan la presunción de inocencia ni el secreto de los sumarios, se pone en cuestión a jueces y fiscales -seguimos sin despolitizar el poder judicial (o desjudicializar la política)-, se duda de la función de los Tribunales de Cuentas, se confunden la información y la intoxicación, cada día son más inclementes e injuriosos los juicios prematuros e interesados, incluidos algunos medios informativos que sólo reprueban inquisitorialmente en una dirección…

Unos muestran un sentido demencial de la democracia -se abstienen ante dictaduras agresivas y oprobiosas o alientan despreciables nacionalismos separatistas; -otros mantienen posturas ambiguas en la cuerda floja de su distopía ideológica, con sus sibilas verborrágicas -como dicen en Mar del Plata- Begoña Villacís e Inés Arrimadas al frente. En la lucha por las primarias un político contradictorio, egocéntrico, prepotente e incompetente sin sentido de Estado, exhibe su obsesivo rencor y odio hacia su propio pasado, malogrando el liderazgo social de su partido. Y en fin quienes no saben hacer política con firmeza democrática, con dignidad y equilibrio sin la contundente decisión de fulminar la lepra corrupta y gobernar con energía sin que falle un sistema de estrictos controles y contrapesos, ajeno a intervencionismos, instrumentaciones y otras artimañas deplorables. En estas zozobras contenemos la respiración, porque también nos afecta: Habrá que confiar en un triunfo de Macron y su ramalazo liberal, siempre alentador.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios