Fichen a Manuel Valls

Con Valls se evaporará la última posibilidad del socialismo francés de hacer frente a la derecha

Los pesimistas de siempre ya están presentando la más que previsible derrota de Manuel Valls en las primarias de los socialistas franceses como otra muestra de la irremontable decadencia de la socialdemocracia europea. Verdad es que la pobre no levanta cabeza desde hace tanto que ni nos acordamos, pero los que tenemos el cuerpo hecho a la crisis sabemos ya de largo que hemos de ser capaces de plantear toda derrota en términos de oportunidad. Et voilà, ¿por qué no aprovechar el traspiés de otro de los chicos mimados del establishment mundial para obtener un gran provecho doméstico?

Porque lo cierto es que Valls no tiene ya nada que hacer ante Benoît Hamon, quien le ha comido la merienda del voto joven y urbano, escorado definitivamente a la izquierda de la izquierda. ¿Les suena la cosa? Pues más les sonará si saben que el gran señuelo de Hamon ha consistido en prometer un subsidio general (salario universal le llaman; salario a cambio de nada, por supuesto) de 750 euros per cápita. Claro que eso no lo llaman populismo los medios, aunque nadie sepa de dónde van a salir los 400.000 millones anuales que se precisarían. Y con Valls se evaporará la última posibilidad del socialismo francés de hacer frente a la gran marea de la derecha que representa el previsible tándem finalista Le Pen-Fillon.

Reparemos en que el batacazo de Valls le ha servido a Marine Le Pen ganar una primera y simbólica victoria. ¡Los franceses primero! Un español de Barcelona, hijo de un tipo que, viviendo en París, prefirió que su primogénito naciera en tierra hispana, ¿cómo va a ser presidente de Francia? ¡El buen rey Dagoberto se removería en su tumba de Saint Denis si sus huesos no hubieran sido oportunamente esparcidos por los jacobinos!

Y bien, aún dirá alguien, ¿dónde está el gran provecho anunciado? No puedo creer que no lo vean: ¿no sería Manuel Valls el candidato perfecto para el confuso y dividido socialismo español? Imaginen y sueñen: gran experiencia política del más alto nivel, conocedor de idiomas -hasta cuatro sólo por su casa: francés, español, italiano y catalán-, cosmopolita, clintoniano y hasta guaperas a sus 54 envidiables años. Compárenlo con el triste elenco de los Pachis y los Sánchez que por aquí se postulan, por no hablar de nuestra joyita trianera. Y seguro que él se dejaría querer. Piénsenlo, piénsenlo que imposible no es.

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