Felicidades

La clase política quiere operar la Constitución, la quiere maquillar, estirar, encoger, sobar y magrear

S style="text-transform:uppercase">I alguna vez hago una antología de mis casi veinte años de columnista, tendré que dedicarle un grueso apartado a los muchos artículos que he escrito sobre la Constitución Española. Tengo con ella una relación de cariño grande, salpicada de algunos episodios de desafecto. Pero bueno, eso nos pasa con cualquiera de nuestros seres más queridos. Nuestra relación con ellos es de muchos días de rosas y algunos de vino. Va en el trato y en el contrato. Esa es la normalidad. Cuando nos vamos haciendo mayores acabamos de aceptar a nuestros seres queridos hasta con sus defectos, terminamos queriendo en ellos hasta las cosas que menos nos gustan.

La Constitución Española es ya una moza bien madura. Treinta y ocho años no son pocos. Confieso que tenía por ella un cariño más protector cuando era más jovencita, más niña. También nos pasa eso con los hijos. Estamos pendientes de ellos, de forma total, cuando los vemos inermes por su edad y tamaño y vamos soltando la cuerda de la protección conforme los vemos gallear y desenvolverse solos. Cuando la Constitución era una adolescente, yo la quería a ciegas, apenas me di cuenta de que sus padres le habían colocado, creo que sin aviesa intención, una carga de profundidad capaz de hacerla saltar por los aires y con ella a toda la nación. Era el título VIII, el que desarrolla el maldito asunto de las autonomías. Hoy la Constitución necesita más cariño que nunca. Y por ese afecto que le tengo pido que la operen, que le quiten el tumor de encima, que la dejen fresca y lozana. O acabamos con las autonomías o las autonomías acaban con nosotros.

Pero el caso es que la quieren operar, no del fardo insoportable de las autonomías y la madre que las trajo a todas, sino que la quieren maquillar, estirar, encoger, sobar, magrear y abusar de ella cada uno a su estilo y manera. ¿Y quiénes son estos agresores? Pues aunque dé la risa oírlo, son aquellos que han jurado guardarla y hacerla guardar: la clase política que sufrimos de forma ya insoportable. Hablan y hablan de reformarla, léase deformarla, y a la hora que es todavía no sabemos en qué consiste el ataque que quieren perpetrar contra ella. Juegan a manosearla, se la echan unos a otros en un infame juego de pelota que pone los pelos de punta. Sacad, de una vez, vuestras enfangadas manos de la Constitución. Si no vais a tumbar el ominoso título VIII, autonomías de la ruina, mejor que la dejéis como está. Porque con vosotros todo es susceptible de empeorar. Dais miedo cuando os ponéis a hacer algo. Feliz cumpleaños, Constitución.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios