Por fin llegó. Ya es verano y la rueda del movimiento continuo que es la vida, sigue girando cada día con sus sorpresas y su cotidianidad.

Tal como están las cosas he llegado a pensar que de las mejores que nos depara el estío, una de las más importantes son la vacaciones de los políticos. De algunos, porque de otros, al menos en el Parlamento madrileño, sus vacaciones son casi anuales. Al menos por un mes o dos, descansaremos de tanta palabrería vacía, y a veces llenas de promesas incumplibles.

Pero el estío que nos hará sudar, también nos hará pensar y reflexionar sobre muchos aspectos de la vida y de sus circunstancias. Sudo, pero existo… Las miradas ya están centradas en las playas y cuando las hogueras de San Juan se apaguen, el periodo veraniego playero ya está en marcha.

Y volverán las preguntas sin contestación de siempre. ¿Se encuentran nuestras playas preparadas para ese turismo que desea sol y mar, pero también limpieza y comodidad? ¿Continuará el terrible suplicio de no encontrar aparcamiento o pagarlo a precio de oro y en horario abusivo? ¿Habrá buen servicio en los bares y chiringuitos, con personal preparado? ¿Estará cada mañana la playa limpia y rastreada para su uso diario? ¿Se mantendrán los precios a un nivel normal, sin exprimir al veraneante hasta la última gota? ¿Se realizará el servicio de limpieza pública, de contenedores, de una manera decente e higiénica? ¿Se dictará un horario justo para el descanso nocturno, sin estridencias? ¿Se habrá pensado en aumentar el número de personal sanitario en los servicios de ambulatorios?...

Seguiríamos con una lista interminable, pero todo lo deberíamos resumir en dos, como los mandamientos: en la vigilancia y la acción por parte de la autoridades, en todas esas materias imprescindibles para el verano y en una correcta actitud de solidaridad, educación y saber estar y exigir por parte de todos.

Un conocido me para en la calle y me dice: "Espero que digas la verdad de lo que ocurre en la playa". Por supuesto. Pero quien tiene que decir la verdad de cómo están las playas, si se han preparado para su uso, si están en condiciones de que vengan turistas y si podemos llevar el nivel económico de nuestros sueldos o pensiones, son esas personas que votamos para que nos gobiernen por lo grande o por lo pequeño, nuestros ayuntamientos.

El estío es nuestra gran estación del año, pero también la que nos pone a prueba de demostrar lo que somos y lo que valemos en el contexto de nuestra autonomía. Ayudemos todos. Luego no nos quejemos.

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