España es diferente

Hay una tendencia a la radicalización, en el sentido de que al adversario político ni agua

Han sido necesarias muchas horas y días para que Merkel y Schultz llegaran a un acuerdo, pero lo consiguieron y todo apunta a que Alemania tendrá Gobierno; otra vez, de coalición. Si bien, les queda superar el que las bases del SPD -los socialdemócratas- lo acepten, pues han de someterlo a su votación. Lo que han hecho ha sido, ni más ni menos, que aplicar lo que se conoce como realismo, política de la realidad o realpolitik -en su versión original o germana-. La alianza propuesta, de gran importancia política, merece algunos comentarios en este lugar por lo que significa y porque puede servirnos para extraer enseñanzas de cara al contexto español. El primero tiene que ver con la distancia entre los comportamientos y posicionamientos de las bases y los de las élites de los partidos. En el caso que nos ocupa y, en concreto en el SPD, se sabe que existe un grupo numeroso de militantes beligerantes con el pacto alcanzado, muy acusado en sus juventudes. Y el segundo, atañe a que los dirigentes tanto del CDU/CSU -los conservadores- como del SPD han sido capaces de ceder -especialmente los de Merkel- para consensuar un documento de 177 páginas y 14 capítulos, donde se delegan ministerios muy importantes a los socialdemócratas. Pues bien, en lo que hay que reparar inicialmente, de manera general, es en la radicalización que viene produciéndose en las organizaciones políticas, siguiendo el criterio de que al adversario ni agua, olvidándose de las auténticas necesidades de la sociedad para atender exclusivamente las partidistas. Supone un conquistar el poder por encima de cualquier otra circunstancia. Este proceder lo hemos podido constatar en España tanto en el PSOE de Pedro Sánchez, como en el de Podemos -no hace falta decir de Pablo Iglesias-; en ocasiones, promocionando el odio político, pues une a los correligionarios, a sabiendas de que también acarrea consecuencias negativas. La segunda cuestión a considerar es la de valorar el esfuerzo de los líderes alemanes por intentar una cohabitación política entre ideologías muy distintas, lo que no es nada fácil, pero posible si se persiguen bienes superiores como es, entre otros, la estabilidad de un país. ¿Sería dable eso aquí? Creo que más bien no. A nivel estatal, con el PP como ganador en votos, ni pensarlo con el PSOE y, no digamos, con Podemos. A lo mejor, con Ciudadanos, pero habría que verlo. ¿Eso es bueno? ¿Es como debe actuarse? Sinceramente, no. Quizás sea muy real aquello de que España es diferente.

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