'Emojis' y palabras

¿Cómo pensar en palabras si con una simple imagen puede comunicarse tanto?

Ylos Reyes Magos llegaron a Huelva, fieles a la tradición, sin Reinas Magas ni Drag Queens. Fueron Melchor, Gaspar y Baltasar (los de toda la vida), los que trajeron sorpresas a niños y mayores la noche del 5. Se presentaron como unos Reyes renovados, que han sabido evolucionar al ritmo de los tiempos y adaptarse a ellos. Sus Majestades han sustituido la muñeca y el coche teledirigido por la tablet y por el móvil, proporcionando a los niños la mayor de las ilusiones y consiguiendo ser los primeros en poner dispositivos digitales en sus manos.

Los niños disponen, por tanto, de un nuevo instrumento de comunicación: la aplicación del Whattsapp y, con ella, la maravilla de las maravillas: los emojis, esos pictogramas que representan a personas en diferentes facetas, a animales, a plantas… El gran invento para los que tienen fobia a la escritura y a la lectura: conseguir que un mensaje sea entendido sin necesidad de utilizar ninguna palabra, ni oral ni escrita. Habrá que admitir que sus usuarios han sido capaces de demostrar la importancia del lenguaje no verbal, porque con una "carita" que parece sonrojarse, transmiten mucho más al receptor que toda una serie de frases hilvanadas. Y no digamos cuando se tratan asuntos delicados donde no solamente pueden sobrar las palabras sino que éstas pueden ser malinterpretadas. En estos casos, basta con elegir un buen emoji (¿una carita triste con una lagrimita?) y ya se da a conocer el estado de ánimo.

Pero la grandeza del invento, al mismo tiempo, se convierte en un potente enemigo del lenguaje. En una sociedad que ansía vivir sin esfuerzo ¿cómo pensar en palabras si con una simple imagen puede comunicarse tanto? ¿Cómo renunciar a no preocuparse si la palabra se escribe con b o con v? Habituados a pulsar la carita sonriente ¿por qué andar buscando la palabra correcta o el verbo más apropiado para transmitir lo feliz que se está?

Por otra parte, los educadores, que ahora se han convencido de que tan importante es para el alumnado desarrollar las competencias cognitivas como las emocionales, andan ocupados en enseñar a descubrir las propias emociones, describirlas y gestionarlas, como recurso para la vida. Precisamente ahora, cuando los niños han encontrado la manera de expresar una emoción sólo rozando el pulgar en el teclado. No, no debe tratarse de un duelo entre palabras y "caritas", sino de conocer más y mejor el uso y alcance del lenguaje, sobre todo del oral (tan denostado en la escuela).

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