Visiones desde el Sur

Disquisiciones

Quizá las cosas haya que verlas desde múltiples ángulos. A pesar de todo, confieso estar triste

Para un articulista escribir en prensa sobre lo que ocurre en estos momentos en Cataluña es una temeridad. Entre otras cosas porque las cuestiones se suceden a tal velocidad que cuando usted tenga el periódico en la mano puede que todo haya cambiado.

Es sabido que en esta vida ha de existir de todo y cada cual es libre de elegir el destino que desee o que pueda para ser más preciso, en estos tiempos de ausencia de principios y de valores.

Lo que estamos viendo desde el miércoles procedente del Parlamento de Cataluña, no es otra cosa que la consumación de una amenaza anunciada, muy parecida a la trama de la novela del Nobel García Márquez, en la que la muerte que se advirtió, al final, ocurrió tal como estaba diseñada. Ni más ni menos. Eso es lo que tiene la literatura, que casi todo ha sido escrito ya por otro.

Si las instituciones democráticas tanto de Cataluña como de España, donde está incluida la primera lo deseen o no los independentistas (mientras que la Constitución de 1978 siga vigente), no impiden la fechoría que la Mesa del Parlamento catalán y su Gobierno están llevando a cabo, el resto de comunidades y ciudades autónomas, e incluso la ciudadanía, podremos hacer lo que nos dé la gana. Así, sin más letras ni más razones, porque visto lo visto no habrá que darlas, ni ceñirnos a ley alguna. Viviremos en un puro anarquismo.

Un país cuya legislación no contempla la posibilidad de llevar a cabo tal consulta, excepto si antes no hay un plebiscito en el que todos los españoles decidamos cambiar el articulado de nuestra Constitución, no puede permitir tal fractura, ni mucho menos olvidarse de la política como ha venido haciendo hasta ahora el Ejecutivo nacional y el partido que lo sustenta en el poder.

Porque está claro que la mayoría del Legislativo catalán y el propio Ejecutivo, se han pasado de la raya unos cientos de quilómetros; pero, también es cierto que, durante mucho tiempo, el Ejecutivo español y el PP han mirado para otro lado sabiendo que el abismo estaba cada vez más cerca, pensando tal vez, que dicha circunstancia iba a eclipsar, como así ha sido por ahora, la corrupción existente en su partido y, curiosamente -qué coincidencia-, los robos a mano armada con el asunto del 3% de los anteriores gobiernos catalanes.

Uno no es que desee pensar mal, es que quizá las cosas haya que verlas desde múltiples ángulos. A pesar de todo, confieso estar triste y muy apenado con tal escenario.

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