Visiones desde el Sur

Disquisiciones (IX)

La ciudadanía anda perdida y dañada en sus sentimientos, manipulada por unos y por otros

No dan tregua. No. Llega la hora de escribir el artículo del viernes que usted tiene en la mano, y, el jueves por la tarde, como si ya fuera una norma, se desata un tifón incontrolado que amenaza con romper la coherencia de todo cuanto aquí diga.

He de reconocer que no me gusta lo que está ocurriendo en Cataluña. Nada. Sé que los ex gobernantes catalanes se han saltado a la piola cuanta norma constitucional se les ha puesto por medio y, a posta, perfectamente diseñado, han puesto en marcha un proceso de separación de España que a lugar alguno -desde un punto de vista jurídico legal- lleva. Pero lo hicieron. Y se sabía que lo iban a realizar. Lo llevaban en el programa con el que se presentaron a las elecciones. Y nada se hizo durante años.

Y ahora, con la prisión de los mismos, las elecciones autonómicas previstas por el Gobierno de España en esta comunidad autónoma para el 21-D, todo se va a liar de nuevo. Pero además empezará esta misma tarde de jueves en que escribo. La coincidencia de los tiempos políticos y los jurídicos a veces generan ciclones incontrolados hasta el punto de que, aquello que parecía haberse encauzado políticamente, se va a convertir en un arma en manos de los independentistas que será utilizada desde aquí hasta el 21-D.

Las personas que hoy van a prisión lo hacen -a pesar de lo que digan algunos- de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente y estoy seguro de que han tenido, tienen y tendrán, todos los derechos procesales que cualquier otro español dispone. No son presos políticos. No. Por mucho que así quieran presentárnoslos. Lo que hoy se ha realizado es aplicar la legislación a la reiterada vulneración de la Ley y por el mantenimiento de un status jurídico inexistente, inventado ad hoc. Y eso no es admisible.

Si Valle-Inclán hubiera escrito un esperpento de estas características, convencido estoy de que no hubiera podido llevarlo a escena por falta de credibilidad, algo consustancial a cualquier género literario. Es como si estuviéramos viviendo un sueño imposible. Las murallas de ambos bandos van a crecer hasta no se sabe dónde. La diplomacia no tiene espacio. La ciudadanía anda perdida y dañada en sus sentimientos, manipulada por unos y por otros, porque el fondo de la cuestión, queramos aceptarlo o no, es político. Es decir, la Constitución española de 1978 ha de ser modificada, legalmente, pero ha de ser adecuada a una realidad de la que parece haberse alejado.

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