Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

Detrás de la otra investidura

EL verdadero éxito del entorno del PSOE en la investidura del presidente Zapatero ha sido conseguir que el debate se establezca en la parte contraria, es decir, en el PP, y para ello se ha animado una operación de resonancia tomando como base las diferencias internas entre Esperanza Aguirre y los demás de cara al congreso de junio. De tal forma que a quien examinaba la gente en la investidura no era ya a Zapatero sino a un Rajoy que al final fue ratificado con el aplauso masivo de su grupo parlamentario.

El PSOE tiene una capacidad mucho más desarrollada que el PP para leer las crisis como partes de una estrategia determinada. Cualquier partido que hubiera pasado, por ejemplo, lo de Rosa Díez, o lo que ocurrió con un José Bono siempre emboscado esperando la mejor ocasión para intentar saltar a la presidencia -Zapatero sólo estará otros cuatro año, dijo con mucho mensaje interno- tendría motivos para tambalearse un poco.

El PSOE tiene capacidad para digerir convulsiones internas. La militancia y sobre todo el organigrama del partido tienen un sentido de autoprotección que les impide poner en riesgo la casa común que les da cobertura. Es el paternalismo partidista como mecanismo de autoprotección que se alimenta sobrevalorando al enemigo, al que se le suele llamar la derecha.

Rajoy ha salido investido como líder del PP parlamentario, pero sobre todo ha jugado una baza poco común en los políticos: la de atreverse a ser independiente de una fuerte presión mediática separando por primera vez en el centro derecha el terreno de cada cual.

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