COMO corresponde a una democracia sin hábitos arraigados en algunos aspectos importantes, el debate entre los presidenciables favoritos a la Junta de Andalucía viene precedido de un arduo debate sobre su organización. Se discute tanto y tan confusamente acerca del cómo y el cuándo, quién lo emite y de qué se va a hablar, que el predebate alcanza más significado y relieve que el debate mismo. Es un absurdo. El mundo al revés.

Atribuyo esta pejiguera enteramente a los entornos de los candidatos, a esa subclase política de asesores, publicistas, analistas y guardaespaldas intelectuales que con frecuencia secuestran la voluntad de los aspirantes o la suplantan, siempre con la mejor voluntad y siempre para justificar sus funciones. Son ellos quienes les convencen de que es muy importante el decorado del plató en que se celebrará el debate, la personalidad del moderador, la cadena de televisión que lo emitirá en directo o la luz que envolverá al candidato (y no digamos el traje que vestirá, pero eso no depende de ninguna instancia externa).

Pues no, oigan, nada de eso es trascendental. Lo importante en un debate es la credibilidad del candidato, su capacidad para explicar qué ofrece, su habilidad dialéctica para afrontar con sus argumentos los argumentos del adversario. Eso, por un lado. Por otro, ni el mejor debatiente del mundo es capaz de superar con su labia la insuficiencia de un programa, la debilidad de una fuerza política o la inconsistencia de una política sin defensa posible.

La parte más ridícula de este debate pre-debate es la relativa a la empresa televisiva que lo difundirá y al periodista que lo moderará. Si se tuvieran más en cuenta los intereses de los ciudadanos, la polémica sobre qué cadena debe encargarse de la realización quedaría inmediatamente zanjada: la que más difusión garantice entre las que estarían dispuestas a emitir el cara a cara. ¿Que es Canal Sur? Pues que lo emita Canal Sur. Teniendo en cuenta que PSOE y PP negocian hasta el mínimo detalle del debate, la posibilidad de que alguien pretenda manipular es más bien remota. Con respecto al moderador, tiene un papel tan limitado que resulta increíble que alguien pueda pensar que va a influir en el desarrollo del debate. ¿Qué temen, que quite la palabra a uno de los contendientes o que guiñe al otro?

Yo creo que todo este barullo es un capítulo más de la lucha política. Se trata de crear polémica, suspense, follón e incertidumbre. Todo completamente al margen de lo que interesa a los andaluces y de lo que esperan. Así que déjense de enredos y organicen de una vez el debate entre Chaves y Arenas. Que tampoco es para tanto, y hasta podría ocurrir que la montaña pariera un ratón.

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