Un día cualquiera, por el telediario de esa cadena financiada con el dinero de todos (la Primera), los mayores de la casa conocen los resultados de la Lotería Nacional, la Bonoloto, la Quiniela, el Euromillón, la Primitiva… Juegan a todos a ver si da para la hipoteca. Los más pequeños frente a latablet con "inocentes" juegos de apuestas de figuras animadas. Gritan cada vez que consiguen tres hipopótamos más. Se oyen voces en el piso de al lado, ocupado por estudiantes que no estudian, sino que "trastean" absortos en las pantallas de sus respectivos móviles. Por las voces que llegan, todo parece indicar que juegan al póker, seguramente con un dinero que consiguieron como regalo en una partida anterior y del que están seguros que doblarán la cantidad ahora.

Mientras escenas como éstas se multiplican sin sorprender a nadie, los psicoterapeutas se empeñan en señalar únicamente como causas de las ludopatías a las alteraciones de la personalidad (de la propia autovaloración, de las relaciones…), olvidando la fuerza que tiene esa cultura adictiva en la que nos entierra el propio Estado. Pocos familiares de adolescentes (la población más vulnerable a esta dependencia) levantan la voz ante el estímulo y la incitación al juego constante al que se somete a sus hijos. En este país, cualquier publicidad está permitida (apuestas de todo tipo, SMS para conseguir premios, webs con juegos gratis…) a excepción de la de alcohol o tabaco (eso sí, se cuida la salud del ciudadano). La hipocresía de las Administraciones es escandalosa. Según el CAC (Consejo Audiovisual Cataluña) en una retransmisión deportiva en televisión, la publicidad sobre juego y apuestas llega a ocupar el 20% del tiempo ocupado, llegando a casi un 50% si es en la radio o en los periódicos digitales. Jugar en casinos online apostando objetos, después canjeables por dinero, cada vez está más extendido entre los jóvenes. Mejor mirar para otro lado.

Hoy NO apuesto es el lema para conmemorar hoy el Día Mundial sin juegos de azar. Aonujer, la Asociación onubense, lleva años batallando dignamente contra el juego patológico de azar, pero tiene dos enemigos: las adicciones y el poderoso Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, que retiene un 20% de lo ganado en juegos del Estado y señala un movimiento de 35.000 millones anuales en apuestas, lo que supone, según la Dirección General de Ordenación del Juego, un 3% del PIB. Ahora apostemos si David podrá vencer a Goliat.

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