Cuarenta años, censura y congreso

El hecho de prescindir totalmente de la sección crítica de Susana Díaz parece denotar inseguridad y resentimiento

Cuarenta años se cumplen desde que llegó por última vez la democracia a este país. La mayor parte de los españoles, y no sólo los mayores que vivimos la Transición intensamente, valoramos la reconquista de las libertades fundamentales, propias del ser humano evolucionado, y conservamos una deuda de gratitud con los políticos que, primero, crearon las condiciones para el advenimiento de la nueva etapa y, a continuación, dialogaron hasta la extenuación para limar diferencias ideológicas y vitales, con el fin de que los ciudadanos aceptáramos unas normas de convivencia pacífica que relegaran los crueles enfrentamientos fratricidas a un capítulo oscuro de la historia, apto para aprender a no repetirla.

Moción de censura. Una iniciativa meramente testimonial, que perseguía algo más allá del anunciado fracaso estrepitoso. ¿Denunciar la corrupción de los que detentan el poder y utilizan la representación que les ha dado el pueblo en provecho propio e ilícito? Sería innecesario, ya que eso es vox populi, por lo que parece más bien un intento de contaminar ante la opinión la imagen de los servidores públicos honrados -que sigo pensando son la gran mayoría- si son de ideología conservadora. Si la censura sirve además para aparecer como líder indiscutible de la izquierda, miel sobre hojuelas.

Congreso. Aparentemente Pedro Sánchez ha conseguido lo que quería: el ostracismo para los que le humillaron en el Comité Federal. Pero su victoria en el proceso electoral interno, no tan holgada, no parece recomendar actitudes prepotentes. Ni aunque su triunfo se confirme en los congresos regionales, que está por ver. Es dudoso que la mano tendida -con cuidado, para que no se la queden- a Podemos, junto con la declaración de guerra al PP, sean mejor que una oposición constructiva que ayude a sustituir la fea cara, quizá obligada hasta ayer, de la austeridad por el más amable rostro, quizá necesario desde hoy, de los estímulos positivos a la recuperación económica y social. El caso es que, a bote pronto, no me disgustan las maneras de Ábalos, comedido e inteligente en la moción, de Lastra y de Robles. Pero el hecho de que la nueva dirección del PSOE prescinda totalmente de la sección crítica de Susana Díaz parece denotar inseguridad y resentimiento. El tiempo dirá. Mientras tanto, apasiona en la tertulia del bar la discusión sobre el tema del día: ¿se irá Ronaldo del Real Madrid?

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