Conocí a Paco Cosentino, el mago del Silestone, hace un montón de años; fue un breve "encantado de conocerle". Había ido a su fábrica a impartir unas sesiones de formación a algunos de sus directivos. Tenaz, inteligente y listo; no hay más que ver lo que ha creado (si quieren saber lo que es una empresa, visiten sus instalaciones en Cantoria, Almería).

Tuvo la visión, cuentan, en un viaje que hizo a Italia en el que se percató de que dando color al mármol se le añadía dureza y podría crear una superficie imbatible. Ese fue el origen del Silestone.

Contrató el anuncio de la final de la Super Bowl porque un broker publicitario le había propuesto el anuncio y al decirle que no, ante el desorbitado precio, el broker le despidió sin más. La intuición le hizo ver que quien se despide a la francesa de la posibilidad de una operación desorbitada, encierra un buen negocio. Contactó de nuevo con el broker y se arriesgó, contra el criterio de sus directivos, a invertir tan fabulosa suma.

Tuvo la visión de ver el horizonte y unos americanos de Houston aterrizaron la idea. Hoy es una multinacional en mayúsculas, española y de Cantoria, localidad que el 90% de alumnos de MBA - de los caros-, no saben dónde está.

Empresa excepción que confirma la regla de que se puede, aunque para poder hace falta capital, visión, inteligencia y confiar en los profesionales que te llevarán donde has visto. Menos postureo y más inteligencia empresarial.

En Huelva una empresa holandesa nos compra los ingredientes del gazpacho; ha adquirido la tecnología, española para más escarnio de una empresa castellana, para que el sabor envasado sea idéntico al del gazpacho que haría la abuela y en Holanda, sí, en ¡Holanda! lo envasan en botellitas para venderlo con éxito en medio planeta.

El margen no está en la producción sino en el valor añadido.

Otro Paco, del ámbito universitario, me dijo la semana pasada que en Estados Unidos le han puesto el ojo al cerdo ibérico. Chungo, porque de no espabilar en este mundo globalizado da igual porque ya no existe la ventaja del origen. Lo de denominación de origen (DO) empieza a sonar a un proteccionismo imposible de mantener. Yo lo cambiaría por Denominación Inteligente Empresarial, porque poco importa dónde se desarrolle el negocio; lo esencial es la visión y el talento.

Estoy por proponerle a José Luis García-Palacios, con permiso de Paco Cosentino, el visitar Cantoria con un grupo de empresarios onubenses y que nos expliquen un poquito de lo que saben. De paso aprenderemos y conoceremos una empresa del Silicon Valley sin cruzar el charco.

En Cantoria, Almería, para más señas.

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