Construir el relato

No basta el arrepentimiento y menos cuando es tan etéreo, parcial e inconcreto

Ante la evidencia del esperpento planteado por ETA con su declaración de ¿disolución?, no hay más respuesta que la firmeza del Estado de Derecho, la no relativización de los hechos, ni el ejercicio amnésico de obviar lo sucedido y, por supuesto, mantener el imperio de la ley sin concesiones.

Es imprescindible publicitar, extender, universalizar el relato de las certezas históricas, de las cobardías de sectores sociales que miraban hacia otro lado y denigraban a las familias de las víctimas. "Algo habrán hecho" era la coartada justificadora de la atrocidad, al tiempo que se hacían funerales casi furtivos. No podemos admitir que los jóvenes actuales no sepan o les quede algo lejano en la memoria cualquiera de los asesinados y no sean conscientes de la bajeza moral y la criminalidad existentes. Sirvan como meros ejemplos los casos de Ortega Lara, en una dimensión, o Miguel Ángel Blanco, en la máxima expresión de ruindad extensiva a todas y cada una de las víctimas, incluidas las más de trescientas muertes sin aclarar.

Inaceptable prepotencia de la banda de contenidos totalitarios que pretende conseguir sus proyectos, por citar algo, la anexión de Navarra, en una especie de transición benevolente para que no haya que pagar las consecuencias de su macabra historia que, insisto, para no repetirla y no ser engañados hay necesidad imperiosa de no permitir que sean ellos quienes construyan el relato. Para ello, hay que mantener la firmeza en el uso de las herramientas que en una apariencia les han derrotado: unidad de acción política; Ley de Partidos; dispersión de presos; cumplimiento íntegro de penas e indemnizaciones…

Desde siempre aprendí que no basta el arrepentimiento y menos cuando es tan etéreo, parcial e inconcreto sino, también, es necesario el propósito de enmienda -¿creíble?-, se supone dejan las armas, pero no la base del proyecto y, por fin, cumplir la penitencia -castigo legal y colaboración para aclarar todo lo necesario-. Solo así se podría avanzar, construir un relato verdadero -sin posverdades interesadas- y que todos sepan quienes fueron los buenos y los malos, como rendición de honores a quienes murieron por todos nosotros.

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