Comportamiento inhabitual

Da la sensación de que no existe solución posible a la corrupción, lo que aumenta la decepción social

Informativamente hablando, estamos siendo bombardeados de forma masiva con noticias relacionadas con la corrupción. Parece como si estuviera programado que regularmente hubiera algo de estas características en los medios de comunicación. Unas veces ha sido todo muy cercano a la clase política o sindical pero otras a los más variados ámbitos. Ahora, de nuevo, le ha tocado el turno al PP de Madrid con la denominada Operación Lezo. En realidad, en lo que está saliendo a la luz no hay mucha diferencia con otras situaciones anteriores, del mismo o de otros partidos. Lo que sí la distingue es que ya no produce tanta sorpresa como las previas pues nos acostumbramos, lo que no significa que se terminen aceptando o que dejen de provocar hartazgo y algo de desesperanza. En general, una buena parte de la población está deseando que estos episodios se acaben de una vez, para que pueda darse un carpetazo y para que se hable de ellos siempre en pasado, perteneciendo a la historia negra que toda sociedad alberga. Pero no es así, evidentemente, y da la sensación de que no existe solución posible, aumentando de esta forma la decepción que muchos tienen de la clase política y, mucho peor, del propio sistema. Sin embargo, las consecuencias negativas no quedan ahí pues es origen de otras, como son la generación de una inestabilidad política en algunas instituciones, con el consiguiente perjuicio de su buena marcha; la concentración de atención y esfuerzos en asuntos judiciales en detrimento de otros urgentes y necesarios; la radicalización de posturas que fomentan la crispación, frustración y tendencias agresivas; y el que tales acontecimientos sirven de alimento a los que buscan la destrucción de todo aquello que no comulgue con ellos. En todo este maremágnum de detalles que se nos ha dado a conocer sí hay un detalle positivo, que merece resaltar y que debería servir de ejemplo para las demás organizaciones políticas. Me refiero al hecho de que ha sido alguien del Partido Popular -en este caso, Cristina Cifuentes- la que puso en conocimiento a la Fiscalía Anticorrupción, en julio de 2016, de lo que sucedía en el Canal de Isabel II. Actuar contra un compañero, con lo que eso implica de desgaste para la propia formación en la que se milita es absolutamente inhabitual. Al margen de la opción política que tenga cada cual, hay que darle la bienvenida a comportamientos de este tipo y esperar que se generalicen. Eso propiciaría una mayor confianza en nuestro sistema democrático.

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