Cambio de sentido

Compañero enemigo

Hay gente que -ideologías aparte- de ponerse la cosa chunga, quisiera merecérmela al lado

Como buena hija -bastarda- de mi siglo, me gustan las distopías; los libros, series y películas donde el futuro está hecho un asco: Blade Runner, Fanrenheit 451, 1984, La naranja mecánica. En estas noches caliginosas de octubre veo El cuento de la criada, relato de un futuro regresivo, en debacle ecológica, basado en la supresión de los derechos y libertades de las mujeres. Las buenas distopías recuerdan al alma dormida que cualquier tiempo pasado no sólo no fue mejor, sino que lo podemos repetir, e incluso empeorar. Nunca aprendemos de los errores ni de los horrores del pasado.

En mis fabulaciones de a diario, cuando paseo entre la gente o me aburro en la reunión, practico un juego silencioso: quién será quién, si llegan los días de la ira. ¿Quién de nosotros será el agente de la Securitate que vuelva a enfocar el flexo a los ojos de una Herta Müller? ¿Qué Benjamín Jarnés intercederá por Félix Ros, y qué Félix Ros, cuando sea liberado, volverá a asaltar el piso de Zenobia y Juan Ramón? ¿Qué familia Rosales ocultará una y mil veces a su García Lorca? ¿Qué ángel rojo de Triana volvería a arriesgar su vida por salvar la de cientos de adversarios? ¿Quién apretará el gatillo en Casas Viejas? Si vamos a la ficción, ¿quién delatará a su vecino por tener libros en casa?, ¿en qué momento el idealista Pasha se volverá a transformar en el totalitario Strélnikov?, ¿formaré parte de la resistencia en El cuento de la criada?, ¿soy, quizá, una replicante?

Bastan leves gestos para reconocer a cada cual. La que ayuda en la calle a una desconocida en apuros y la que pasa. Los colegas que ejercen el "de aquí salimos vivos o todos o ninguno". Quien, si caes, no te deja llegar al suelo y quien, llamándote hermano, te deja en el lodo. Aquella chica, que sin llamarse El Cirineo, quedó dos noches a los pies de mi cama en un hospital. Compañero enemigo es el título de un libro y un poema de Juan Antonio Bermúdez: "Compañero enemigo, nos convocan/ los bárbaros tambores,/(…) cruzaremos/ los cuchillos delante de la lumbre/ en la tierra de nadie,/ (…) compartiremos el arroz/ y la perplejidad de estar tan vivos/ entre tanto cadáver contagioso". Más allá y más acá del ideario político, hay gente que, de ponerse la cosa chunga, yo quisiera merecérmela al lado. Y ser como ella.

[He visto el vídeo del atraco a la perfumería en el sevillano Cerro del Águila. Si nos da una distopía, a la mujer del bolso y al jubilado ¡me los pido!]

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