la ciudad y los días

Carlos Colón

Clásicos de la crisis

Aveces las crisis, entre el aluvión de desastres y tragedias que conllevan, traen algo bueno. Es lo que ha sucedido con la programación de TVE. Ha sido necesaria la crisis para que vuelva el buen cine clásico o moderno a ella… ¡hasta en blanco y negro! Blanco y negro o calidad sin tiempo en horario preferente es algo que no se veía desde los tiempos en que la televisión única -la Uno y la Dos de RTVE- programaban a Ozu, Welles, Tati, Ophüls, Mizoguchi, Renoir, Fellini, Lang o Ford a las diez de la noche.

La coincidencia entre el fin de las temporadas de Águila Roja y Cuéntame -un mamarracho y una serie espléndida venida a menos- y la nueva política de ahorro ha posibilitado el regreso del gran cine maduro o antiguo, pero nunca viejo, al horario preferente de la primera cadena de TVE. La jauría humana, 55 días en Pekín, Doctor Zhivago y Casablanca son algunas de las películas emitidas en Clásicos de la 1, que sustituye a Cuéntame. Y se anuncian Vértigo, Historias de Filadelfia, El hombre tranquilo, Gigante, Solo ante peligro o -esta misma noche- Dos cabalgan juntos.

Grandes obras que los programadores llaman de "perfil bajo" porque suman años y han sido emitidas muchas veces. ¿Perfil bajo? La televisión es el reino de la confusión entre valor y precio. Un directivo de TVE ha dicho que estas películas "están pagadas ya y sus derechos de emisión caducan este año, por lo que no hay gasto extra". Mientras que cada episodio de Cuéntame y de Águila Roja cuesta 850.000 y 900.000 euros, y por películas recientes de éxito se ha llegado a pagar un millón de euros.

La televisión pública debería emitir buen cine (sin fecha: que la calidad no caduca) en cumplimiento de sus estatutos, y abstenerse de pagar millones produciendo series comerciales (para eso están las privadas) o adquiriendo derechos de (dudosos) éxitos de taquilla. No es para eso para lo que la pagamos con nuestros impuestos. Ni para que nos adoctrine subliminalmente con Amar en tiempos revueltos, que es como El frente de los suspiros en versión progre. Desgraciadamente ha sido necesaria la llegada de la crisis para que el buen cine vuelva al horario preferente de una televisión pública.

Películas docenas de veces vistas, pero nunca del todo: las obras maestras son inagotables. Películas de su tiempo a la vez que sin tiempo, porque los clásicos expresan el momento al que pertenecen a la vez que son eternamente contemporáneos. Películas que algún telespectador verá por primera vez, descubriendo mundos. Y este será el más hermoso resultado de esta forzada y venturosa apuesta por la calidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios