N O nos engañemos, que todo va estupendamente, imparables. Nada enturbia el horizonte; es más, la ministra Fátima Báñez acaba de decirnos que en 2020 todos los españoles habremos superado la crisis y el paro estará en el 11%.

Aquí no pasa nada, que ahora los ciudadanos hemos pasado a ser público, ha dicho Antonio Ponce, presidente de la Cámara de Comercio de Huelva, en una tribuna de este mismo periódico, la semana pasada.

Eso sí que ha sido una genialidad Sr. Ponce. No sé si usted es consciente, pero acaba de inaugurar la posverdad en el ámbito político-social.

¡¡Claro!! ¡Cómo no nos habíamos dado cuenta antes!

Los ciudadanos hemos sido degradados a la condición de público por nuestros políticos. Por eso nos mienten, perdón, actúan, y de lo que se trata es de que durante el espectáculo nos olvidemos de la realidad.

Por ese motivo sea esta realidad cómica o trágica, pasa por el espectáculo para entretener al personal, que aquí no pasa nada. Ya saben, querido público, nada es lo que parece, que esto es un espectáculo; que no, que no es real.

¿Es que no ven a Rajoy, el jefe del circo con esta flema, con ese porte, con esa serenidad?

Olvídense de la realidad, que todo irá bien. Pague el precio de la entrada y disfrute de la amistad de sirenas y de serpientes de mar.

Don Antonio, le vi recoger el otro día un premio que le dieron en la FOE. Me parece escaso reconocimiento; escasísimo, créame. Usted acaba de inaugurar con su tribuna y en este periódico una época, que nos ayuda a entenderlo todo. La época del ciudadano como asistente a un espectáculo, al definirlo como público.

Le cito textualmente la genialidad en su tribuna: "...alcanzar el bienestar de todos los ciudadanos en modo de riqueza y empleo que, en definitiva, es lo que el público está esperando". Entiendo que pudo decir "gente" pero dijo "público". Sencillamente genial.

No podemos hacer que nos devuelvan el dinero pero al cambiar nuestra posición de ciudadanos-gente a público, permutamos también a los políticos en artistas y ya lo entendemos todo.

Su contribución intelectual es de gran valor. Infinitas gracias, se lo digo con afecto y sin ironía, porque me ha hecho ver que tenía que cambiar de posición para entender este espectáculo.

¡¡Soy público!! Menos mal. Qué peso me acaba de quitar de encima, D. Antonio.

Le quedo agradecido.

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