Cita previa

Moscovici programó una superagenda en Andalucía porque en Bruselas apostaron por la victoria de Susana Díaz

El comisario europeo Pierre Moscovici ha tenido el privilegio en los dos últimos días de hacer su propio test personal sobre la valía de los dos principales contendientes en las primarias socialistas. Estuvo el jueves con Pedro Sánchez, en una incómoda reunión en la que el jefe del nuevo PSOE le explicó que no le compra a Bruselas el acuerdo comercial con la muy europea Canadá. Una especial conexión de la UE con el mundo anglosajón y los mercados globales, tras las dos catástrofes del año pasado: el terremoto del Brexit y el huracán Trump. El CETA es un consuelo comunitario tras los divorcios británico y estadounidense. Pero a la izquierda radical no le convencen sus aspectos medioambientales y sociales.

La de Moscovici y Díaz era una cita previa. Previa al fracaso de las primarias. En realidad en noviembre el estado mayor del Berlaymont apostó en el mercado de futuros por un triunfo de Susana y le fue diseñando una superagenda de casi jornada completa dentro de la visita de este socialista francés a España. Moscovici fue director de la campaña electoral de Hollande en 2012 y su primer ministro de Economía, sustituido en Bercy por Macron, con un interino en medio durante unas semanas.

Es un moderado por definición, su familia de judíos rumanos padeció las dos dictaduras que asolaron Europa en el siglo XX, el nazismo y el comunismo. Su padre, que llegó de refugiado a Francia a finales de los 40, se convertiría en un sociólogo famoso, Serge Moscovici, que acabó dando clase en Princeton o Yale. Así que es un hombre por formación, amistades políticas y tradición familiar poco dado a los excesos.

Tras la derrota de Susana Díaz, imprevista también en Bruselas, el hombre ha mantenido la potente agenda sevillana. La presidenta de la Junta ha podido hacer de anfitriona de un personaje importante en la escena internacional. Y, de camino, simulando que no quería pronunciarse, ha dejado claro que en el PSOE no le han preguntado sobre el CETA, que se ha enterado de la posición oficial por la prensa y que no está de acuerdo: "no me queda más remedio que respetar la decisión de mi partido". O sea, que la acata a la fuerza, con acritud.

Pero más allá de estas cuitas, el comisario ha tenido ocasión de estar con dos grandes actores de la escena socialdemócrata española actual. La socialista institucional, estilo Hollande o Valls y el hombre que se deja susurrar por Pablo Iglesias y sigue sus pasos. Daría un potosí por saber lo que piensa sobre el futuro de estos colegas españoles. Si está en Guatemala, en Guatepeor o dónde.

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