'Ceci n'est pas un mur'

En el primer mundo considerábamos el muro algo lamentable y su destrucción un señalado avance

E style="text-transform:uppercase">n una de sus obras más célebres -en realidad una serie de varias pinturas-, el pintor belga René Magritte muestra una pipa de fumador con la leyenda "Ceci n'est pas une pipe" (Esto no es una pipa). Con semejante contradicción, el artista pone al espectador en un conflicto, que este debe resolver con inteligencia e imaginación. En todo caso no se trata de una salida de tono: la realidad es que lo que él ha dibujado no es "una pipa", sino "la imagen de una pipa". En la exposición de dibujos de prensa que el madrileño El Roto y el cubano-mexicano Ángel Boligán han ofrecido en la programación del Otoño Cultural Iberoamericano -que, por cierto, acaba de cerrar un ciclo andaluz de tres etapas en Huelva, Cádiz y Sevilla-, El Roto ha presentado un dibujo que supone un homenaje al surrealista belga: en un alto muro que ocupa la viñeta de lado a lado se puede leer una gran pintada: "Ceci n'est pas un mur"; la figura de una mujer con velo, empequeñecida ante la colosal barrera, apenas se distingue.

El muro que muestra el papel, como la mayor parte de las representaciones artísticas, no es real y evidentemente no separa, pero estimula nuestra imaginación y apela a nuestra reflexión para que consideremos las situaciones en las que los muros, las vallas o cualquier tipo de obstáculo dividen pueblos, familias, clases,… Yo estaba convencido de que en nuestra sociedad desarrollada del primer mundo considerábamos el muro como algo lamentable y su destrucción, como un señalado avance de la humanidad. Los mayores recordamos, y a otros se lo habrán contado, hasta qué punto la caída del muro de Berlín fue una fiesta. Muchos siglos antes, la Gran Muralla China tenía como fin defender las fronteras del imperio y hoy es, más que una formidable fortificación, una notable atracción turística. Otras separaciones cumplen con el objetivo que las creó y nosotros las tenemos en nuestra frontera con Marruecos, en forma de vallas que, por mucho que se quieran justificar, a algunos nos producen vergüenza.

Dice gente sabia que la historia es cíclica y que podemos revivir pesadillas que creíamos definitivamente enterradas en el pasado. La que toca hoy es la de un presidente americano, cuya xenofobia, acompañada de un poder inmenso, le permite ordenar la construcción de un muro entre México y EEUU. Mi voz, engrandecida al unirse a la de millones de humanos, grita hoy: "Muros, no; puentes, sí".

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