La otra orilla

víctor rodríguez

Cebados como cerdos

Muere más gente por obesidad que por hambre actualmente en el mundo. Ya no estamos en la tesitura de campañas de alimentos para los pueblos más apartados y excluidos, eso se está convirtiendo en algo residual. La verdadera campaña de dignidad humana camina hacia el derecho a una alimentación sana, natural y equilibrada. ¿Se imaginan que aquel gran espectáculo del año 1985 llamado Live Aid, que lideró Bob Geldof y el famoso We are the world de Michael Jackson y Lionel Richie, destinado a paliar las hambrunas de Etiopía y Somalia, se hiciera hoy en los colegios y barrios pobres del mundo, para advertir de que lo que comen nuestros niños les lleva a la obesidad, la diabetes o la hipertensión? No, no se lo imaginen, la industria alimentaria internacional lo impediría rápidamente, no con policías o abogados, sino con campañas de desinformación, manipulación o pura mentira, eso sí, con vivos colores, personajes famosos y juguetitos de toda clase.

Si no se nos ocurriría que nuestros hijos bebieran agua de un charco o comieran lo primero que se encontraran en el suelo, ¿por qué no le damos importancia a lo que comen cuando están con los amigos (o con nosotros mismos)? Posiblemente beber agua en mal estado les acarree una buena infección intestinal, el problema es que lo otro es un veneno que mata poco a poco. Mi hija cada vez que ha comido en algún sitio de estos (que no hace falta decir), ha llegado a casa con la barriga suelta, no es especulación, es evidencia.

Los niños han llegado a asociar la comida rápida multinacional con la diversión, la distancia con sus padres y con los referentes de moda que constantemente acompañan, en forma de juego o incentivo, los insulsos productos que sirven. Llegado a este punto, la comida es lo de menos. Nada es casual, todo está minuciosamente planificado, no, no es paranoia conspiratoria, sólo hay que darse una vuelta por las fuentes de información para verlo.

Nos tenemos que tomar en serio este tema que, como en tantas cosas, se señala al diferente, al enterado que se pone melindres, al padre raro que no permite lo que todos hacen. Nos estamos llenando de niños gordos, tristes y enfermos. Esos no salen en los anuncios, esos son los fallos del sistema, aunque el sistema los abandone después de cebarlos como cerdos.

El problema es que ya no son la excepción, sino empieza a ser la regla. La salud, será el próximo lujo.

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