Visiones desde el Sur

Lo que somos

Las nuevas tecnologías nos han acercado a nuestra propia casa el horror de lo que somos

No es fácil vivir, cualquiera podría atestiguarlo. Pero dicho aserto no por conocido alivia los días de quienes pasan la vida escudriñando en los restos que otros dejan. Esa antítesis de que unos puedan disponer de lo que necesitan y otros en cambio, por causa de no se sabe qué amarga ruleta, no sean dueños ni del aire que respiran ni de los lugares que pisan ni de nada, generan situaciones de rechazo, de bipolaridad en una sociedad dividida entre ricos y pobres: entre amos y esclavos.

Uno da en pensar cuando observa semejantes felonías que los que mucho tienen desean en realidad pisotear y matar literalmente a los sin nada. Hay en el mundo infinidad de lugares en que esto puede constatarse. Pueblos pandémicos dejados morir por el hambre o aplastados por la maquinaria militar que es lo mismo. Si uno se atreviera a decir que esta situación se genera adrede, que en realidad según los que rigen el sistema es necesario que mueran muchos, de hambre o de lo que sea, para que otros, los mejor dotados económicamente puedan vivir satisfechos, probablemente lo tacharían de loco. Pero la realidad tiene una cosa, es obstinada.

Los que nacieron maldiciendo al azar que amarró una soga de ahorcado a sus desgraciadas vidas saben mucho de lo que digo. Pero esto no es nuevo, esto dura lo que dura la vida de los seres humanos en el mundo, o sea, desde siempre.

En otras épocas y como animales que somos, el hábitat seleccionaba a los físicamente más fuertes: a los más mañosos. Éstos eran los que abonaban a la especie para mejorarla. Algunos científicos podrían decir que así deben ser las cosas; pero no, no, se equivocan. En un mundo globalizado, lleno de increíbles adelantos, con maquinarias productivas capaces de hacer lo que queramos, cómo es posible, cómo, que vivamos sabiendo que el hambre en el mundo se cobra anualmente la vida de millones de seres humanos. ¿Para qué sirven los gobiernos, entonces? ¿Para qué la ristra de organismos internacionales? ¿Para qué los términos solidaridad, conciencia, igualdad, fraternidad… y todas esas consejas que las constituciones y las leyes recogen? ¿Por qué tanto engaño?

Las nuevas tecnologías nos han acercado a la mesa del comedor, a nuestra propia casa, el horror de lo que somos. Y da vergüenza saber que un ser humano vale tan poco. O que unos valen mucho y otros nada. Pero no se aflijan, pasen la página y sigan leyendo como si nada. Como han hecho hasta ahora… como nos enseñaron.

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