Todos o ninguno

Casi el 95% de las competencias centrales se hallan transferidas a la Junta de Andalucía

Debemos ser una mezcla de epicúreos, sintoístas y artífices de suntuosas fantasías, ya que por un ¡ay que me da!, nos sale un apretón reivindicativo de esos que llevan esperando lustros, lunas y citas de espera arqueológicas, sin que nada se altere ni nadie haya puesto en escena el drama onubensista: Huelva a la cola sin pegamento Imedio (texto inédito de Diego J. Figueroa Poyato).

El tema de las infraestructuras es sangrante, lacerante, infamante, es un enfermo crónico al que ahora quiere curarse de inmediato, y claro, la culpa de su actual estado viene larvándose desde los años sesenta del siglo pasado.

Entre unos y otros llevamos casi cuarenta años observando si son galgos o podencos, y así nos va, hasta que mire usted por donde, precisamente ahora nos entran unas ganas de comernos el mundo y exigir "al Gobierno" todo los descosidos, penalidades y desesperos que nos han inducido a ser una isla andaluza abandonada en el archipiélago de una comunidad que oculta los "presupuestos provincializados" (¿por qué?), que prioriza majestuosamente a otras, cuyo nombre conocemos sobradamente, que nos somete a un debate más viejo que Matusalén y que debe hasta de callarse.

Pongámonos la mano en el corazón y miremos a nuestro alrededor, casi el 95% de las competencias centrales se hallan transferidas a la Junta, lo que no exime su responsabilidad a la hora de afrontar sus compromisos, al igual que las demás administraciones periféricas implicadas en el desarrollo provincial.

Necesitamos quitarnos la careta y trabajar por Huelva. Realizar un listado exhaustivo de cuánto se nos ha prometido y se nos ha negado, desde la N-435 a la A-461, desde el AVE a los "puentes de Chaves", desde el "corredor del Atlántico" hasta la carretera con Cádiz, desde la Huelva-Zafra hasta la Facultad de Medicina, desde el aeropuerto hasta la autovía septentrional Ruta de la Plata-Rosal de Frontera y Portugal o desde la desgasificación de Doñana hasta la desaparición de nuestra industria naval (Astilleros)...

Los problemas de equilibrio redistributivo entre comunidades deben resolverse en el Consejo de Política Fiscal y no en ese batiburrillo donde se llega a ejercer "la más enérgica protesta" y se sigue la pepla de visitar a los ministros. ¿Y los consejeros?

Para ganar esta batalla hay que volver al lema de los mosqueteros: uno para todos y todos para uno, y adiós a los Richelieu emboscados.

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