Visiones desde el Sur

Atentado contra la inteligencia (y II)

Si siguiéramos el rastro de la venta de armas nos asombraría a qué sitios y países nos llevan

La guerra, tal como la entendemos, finalizó con el siglo XX. Es más eficaz e impactante, y con un coste inferior tanto material como de pérdidas humanas realizar un acto terrorista. Mantener varias células dormidas en el país que se intenta desestabilizar es muy fácil. Lógicamente no cabe esgrimir motivos xenófobos, ideológicos o religiosos para buscar la solución al problema. Eso es muy simple y además erróneo.La fuerza de las organizaciones terroristas está en la voluntad de sus integrantes para cometer actos delictivos, no en el color de su piel ni en su ideología ni en su credo.

La única salida posible a los extremismos está en la cooperación internacional -invirtiendo económica y culturalmente en el desarrollo de los pueblos más desfavorecidos- y en la colaboración de los servicios de inteligencia. Pero, lo último, está más que demostrado que no es viable porque éstos nacieron -entre otras causas y algunas muy loables- precisamente para realizar todo aquello que no puede hacerse públicamente y con garantías procesales. A veces no es que estén al borde de la ley, es que están fuera de la ley.

¿Cómo hacer para desenredar el nudo gordiano? No queda otra, aunque suframos, que mayor dosis de libertad, de transparencia y de control sobre lo oscuro. Y el que la haga, que la pague; pero con la justicia como garante, con luz y taquígrafo.

El impulso histórico de resolver las contiendas a base de esgrimir las armas a lugar alguno conduce excepto a la desesperación y a la muerte de inocentes. Al enraizamiento del mal que tarde o temprano reaparece para alegría de la industria armamentística, ese eslabón perdido al que nadie alude y que tiene la culpa de que las guerras sigan existiendo. Esto es un puro negocio. Y en estas transacciones la ética no existe. Punto.

Si siguiéramos el rastro de la venta de armas, nos asombraríamos al comprobar a qué sitios y países nos llevan. En qué lugares están los orígenes reales de los conflictos. Porque, sin armas, no hay conflicto: no hay terrorismo.

Paradojas de la Política en su amancebamiento con los Negocios. Lo malo es que nos quieren vender -y lo consiguen- otras cosas atentando contra el menor atisbo de inteligencia de la ciudadanía.

Es más, lo propio sería que ante un artículo como éste me tachen de radical, de antipatriota, de alterador del orden, de antisistema… incluso de terrorista.

Pero no importa, allá cada cual con su conciencia.

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