Arrogancia política

Las agendas políticas han girado casi siempre en torno a las exigencias procedentes de Cataluña

Desde que comenzó todo el proceso de los independentistas catalanes, hay quienes han afirmado que el 23-F y el desafío de estos son los dos problemas más importantes a los que se ha enfrentado la democracia española. Claro está que habrá otros que mencionarán otros temas, pero de lo que no cabe duda es de que el actual siempre se situará a la cabeza de una imaginaria lista que pudiera confeccionarse al respecto, salvo para aquellos que estén en contra de la existencia de Estados y propugnen la entelequia de un absoluto comunismo libertario, que considerarían el referéndum como una contradicción más del sistema, que podría llevarla a su autodestrucción. Lo cierto es que se está viviendo una crisis de primer orden y que no se habla de otra cosa; todo queda mediáticamente, e incluso coloquialmente, marginado o, de alguna manera, soslayado o pospuesto. Véase, si no, lo dicho, si se compara con terrible terremoto de México o con otros asuntos más prosaicos, si bien con repercusiones sociales relevantes, como el acuerdo alcanzado en Andalucía entre el PSOE y C's relativo al impuesto de sucesiones. De todas formas, al margen de lo puntual, hay que decir también que desde siempre las agendas políticas y la atención de los medios han girado casi de manera continua con las exigencias procedentes de Cataluña, en una espiral similar a la de un estómago insaciable que nunca llega a presentar señales de saciedad, sin importarle si otros tienen para comer y si reciben la misma cantidad de alimento. Lo asombroso del caso es que no faltan los que quieren solucionar esas demandas brindando más, como cuando algunos dan a un niño lo que pide para que no proteste y no se enrabiete. Pedro Sánchez, por ejemplo, ofrece entre sus soluciones dotar de más autogobierno a Cataluña. Vale, ¿pero por qué no, asimismo, a Andalucía y a otras comunidades que puedan aspirar a ello? En este punto convendría destacar la conveniencia de ir convergiendo hacia un Estado federal, en el que no se contemplen discriminaciones territoriales y que responda a criterios de equidad, justicia y solidaridad. Ahora bien, en esto último se centra buena parte del problema de los que hasta ahora han conducido el independentismo catalán, pues ese camino no lo quieren; se sienten como de una clase superior. Arrogancia política, ni más ni menos. Ahora se montan ese referéndum ilegal y sin garantías, conflictivo y amenazante hacia los que no están de acuerdo. Sorprende que por aquí haya gente que los apoye.

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