SI usted tuvo paciencia suficiente para ver la sesión de ayer del debate de investidura pudo observar cómo un diputado onubense, Javier Barrero, rompió el hielo como portavoz de la propuesta que hace el Rey para que se vote al candidato del grupo principal, en este caso el PSOE y por tanto a José Luis Rodríguez Zapatero. Barrero, que tiene voz apropiada para actos solemnes, hizo como secretario de la Mesa una lectura acorde con el asunto que preludiaba la sesión.

De la misma forma, el alcalde de Huelva abrió la investidura del Parlamento andaluz, en su caso no por ser secretario sino por ser el patriarca de la Cámara, y entiéndase por tal la persona de más edad.

Es decir, hemos visto a dos onubenses, de nacimiento o adopción, en momentos protagónicos de las legislaturas que ahora se inician. Y a los choqueros, cuando estas cosas ocurren, les da por pensar que en ese momento millones de españoles y andaluces se están acordado de Huelva viéndola reflejada en los próceres de turno.

Incluso, por qué no, hasta habrá quienes piensen y deseen que tanto Barrero como Pedro Rodríguez aprovechen momentos así de especial relieve para que la gente se entere de algo de por aquí. Por ejemplo, que Barrero, al final de la lectura de la propuesta de presidente diga algo así como "a propósito, a ver si llega el AVE a Huelva". O que a Pedro Rodríguez, en su caso y después de acordarse de la Virgen de la Cinta y del Recre, le diera por decir, "un momento, señorías, antes de entrar en faena, quisiera acordarme de mi Huelva y pedirle al señor Chaves, que es casi tan mayor como yo, que deje de darme coba con el Ensanche".