La población de Argentina es algo inferior a la de España, pero ocupa una superficie cinco veces mayor. Su renta per cápita es menos de la mitad de la española. Esta situación económica contrasta con un nivel educativo alto y logros como la gratuidad de la enseñanza hasta en el nivel universitario. Mi opinión es que estas condiciones, si en los próximos años se acierta con la línea política correcta, la nación podrá experimentar un salto considerable en su desarrollo económico y social. Pasando de la complejidad de la macroeconomía a la sencilla relación entre personas, decía yo hace poco que los argentinos se sienten orgullosos de su herencia española. De su simpatía hemos tenido no pocas pruebas, entre las que no me resisto a relatar una anécdota curiosa.

Salíamos con María Pía y Luis Coppari de visitar la asombrosa Casa Museo de Mujica Laínez en La Cumbre (Córdoba argentina). Entre tantas cosas interesantes, me llamó la atención un poema que Manucho, como le llamaban allá, había escrito entrelazando a modo de laberinto los versos entre las ramas de una planta. Me paré en la recepción para adquirir su reproducción, sin reparar en una pareja que se encontraba al lado, observándonos y, como pude constatar después, adivinando por el modo de hablar nuestro país de procedencia. Conseguida la lámina, y cuando ya nuestro vehículo se disponía a partir, la señora se acercó hasta mi ventanilla y, cuando hice descender el cristal, me entregó un librito con una sonrisa y estas palabras: "Me gustaría que lo leyeran en España". Agradecí el obsequio y, al abrirlo, observé que era un poemario de haikus, una composición japonesa que me resulta particularmente grata. Le aseguré que me encargaría de cumplir con su deseo.

El libro se titulaba Nao silente y su autora, evidentemente la señora que se dirigió a mí, era Analía Rodríguez. Cuando lo ojeé me encontré con un conjunto de pequeños poemas que denotaban gran sensibilidad, respetando en general el sentido del haiku tradicional que trata de fijar, con la mayor sencillez y muy pocas palabras, un instante, un movimiento de la naturaleza. Así este: "Pájaros cantan / en un bosque perdido / entre la bruma". En aquel momento decidí que, al regreso a Huelva, pediría a Ramón Llanes y al grupo de Poetas de Huelva por la Paz que en una de sus sesiones de recitado de poemas, acepten escuchar los de Analía, una argentina que ama a España.

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