EL presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, declaró ayer que no considera los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía, y también en Asturias, como un castigo a las políticas de ajuste y recortes que, añadió, van a continuar porque son las que necesita España. Sin embargo, parece evidente que estas políticas han sido un factor determinante para que la victoria de Javier Arenas en las urnas no haya sido suficiente para permitirle gobernar y se abra paso la hipótesis de una alianza entre el PSOE e Izquierda Unida. Fue mérito indudable del presidente Griñán su apuesta por unas elecciones en solitario y distanciadas de las generales, lo que le ha permitido reforzar su liderazgo, que era cuestionado en sus propias filas, y erigirse en el gobernante de su partido con más poder real. No obstante, los socialistas se equivocarían gravemente si hicieran una lectura triunfalista de los resultados de los comicios. Los han perdido, por vez primera en la historia de la autonomía andaluza. El propio Griñán planteó ayer esta reflexión a sus compañeros de Ejecutiva: tienen que analizar por qué han perdido nueve escaños y qué tienen que cambiar para recuperar la hegemonía, tanto en las políticas a llevar a cabo como en el modelo de partido y las personas que lo dirigen. Aún tiene otro reto, todavía más trascendente, el presidente que pretende seguir siéndolo: alcanzar un pacto con IU que, con gobierno de coalición o no, garantice la estabilidad institucional que la grave situación de Andalucía exige, un programa que incentive la inversión y la creación de empleo, un Ejecutivo caracterizado por la solvencia de sus miembros antes que cualquier otra consideración y, finalmente, una actitud de cooperación institucional que habrá de ser correspondida por el Gobierno de la nación. Lo peor que le puede pasar a Andalucía es convertirse en campo de batalla del PSOE y del PP, el primero en plan numantino y el segundo boicoteando a la comunidad autónoma por motivos partidistas. Quien ha ganado las elecciones pese a perderlas tiene tajo de sobra.

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