Hace ya tiempo, volvía de un viaje en tren desde Valladolid. En un instante de aquel viaje, sentí que volvía a mi casa. Yo vivía entonces en Cádiz.

Fue en ese momento, cuando sin dejar de ser catalán, empece a hacerme también andaluz.

Es verdad, querido Ignacio, que Andalucía no merece esto. No es que esté devaluada, y que la ridícula imagen de nuestros políticos andaluces empujándose en Bruselas para salir más guapos en la foto no nos beneficia, y también como bien dices, que Canal Sur tampoco ayuda.

De lo que dijo una vez Jordi Pujol sobre nuestra miseria cultural mental y espiritual, ¡qué decir! Son las palabras de un ignorante que no ha tenido ocasión de ver, ni la capacidad de mirar.

Andalucía es mucho más. Tanto que no lo puedo explicar en breves líneas. Sólo resumir que después de casi media vida aquí, siento que aquí quiero seguir.

Lo que se es en lo colectivo no lo empañan políticos impresentables, opiniones de fuera o malvados que obedecen al sistema.

Lo que se es, es mucho más amplio y profundo. Y eso es Andalucía. Esencia profunda galopando desde el tiempo pretérito; inevitable, aroma a antiguo y verdad de lo que fue.

Cuando uno viaja y mira, puede sentir como una ciudad es la capital de un imperio marítimo y pirata; u otra es la capital de un imperio cultural.

Cuando se está en Andalucía se percibe la esencia de una piedra romana, el sonido de una acequia árabe, o la luz de la ilusión reflejada en los ojos de un marino valiente.

Esa esencia no se la pueden arrebatar ni políticos rojos ni azules, por muy andaluces que sean. Ni Canal Sur, a la orden del sistema.

Aquí hay de todo, como en todas partes. Pero el crisol, esencia de Andalucía, ese, no se puede devaluar. Por mucho que algunos lo pretendan y se empeñen, porque no es algo que pueda ser cambiado.

Es simple y llanamente, la esencia colectiva que llevan ustedes en lo individual. Y digo ustedes porque, aunque andaluz, no puedo tener esa esencia; tan sólo participar de ella y sentirla.

Crean, crean más en ustedes. Créanme; lo merecen.