La representación, el llamado "tinglado de la antigua farsa" en su expresión más estrafalaria, los restos de un simulacro grotesco, de un espectáculo más allá de lo estrambótico, lo burlesco lo patético y lo ridículo, el llamado ampulosa y presuntuosamente, propio de los más inaguantables nacionalismos, proceso, se va desmoronando como sus deteriorados y sucios decorados, sus bambalinas desgajadas y sus máscaras ridículas. Los independentistas catalanes en la muestra más soez de su cinismo y su intolerable osadía, acusan al Gobierno de justicializar la política, cuando no hace más que disponer de sus prerrogativas para defender la unidad del Estado y el cumplimiento de las leyes constitucionales. Pero ya sabemos que el nacionalismo, como todo sistema dictatorial y totalitario, antepone los imperativos políticos a los principios morales y jurídicos. Lo ha sido siempre en el ámbito perverso de las oligarquías despóticas y arbitrarias que imponen el poder político a la primacía judicial. Sin ley no hay democracia. Aunque sea en una deliberada, interesada y espuria concepción de ésta en la que tratan de acoger sus ilegales pretensiones supremacistas y sus arrebatos intimidatorios y provocadores, absolutamente intolerables. Amenazantes y terribles titulares. El entrecomillado es inevitable y abundantemente tenebroso. Recordemos algunos: "Los Comités de Defensa de la República (CDR) planean acciones para controlar el Puerto de Barcelona y Mercabarna"… para paralizar "el tráfico de mercancías a Baleares y provocarían el colapso comercial en Cataluña"… Hay grabaciones "con instrucciones de los Comités de Defensa de la República para llevar a Cataluña al colapso y provocar una huelga general" y menciona acciones heavies por parte de los CDR, entre otras cosas, para mantener a los Mossos y a la Policía dispersos por toda Cataluña". Se ha publicado que "Los Mossos iban a destruir los documentos que revelan los contactos entre la CUP y los batasunos". Y más: "Los Mossos conocen y ocultaron las relaciones de los CDR con Sortu. Las conocen hasta tal punto que hicieron seguimientos e informes de sus reuniones en la fase final del golpe del 1-O". Y entre tantas afrentas, macabras anécdotas, digámoslo así: "Un separatista amenaza a un mosso: Como un doberman iré a por ti, si me rompen la cara tú morirás". Y supercherías como la CDR usando "fotos de palizas de la policía dominicana para denunciar agresiones de los mossos" a quienes por cierto, se les atribuye "el intento de destruir en la incineradora documentos sobre los grupos anarquistas que agitan las calles". Hay quien llama al levantamiento popular. Es evidente que muchos están dispuestos a emplear todos los métodos para conseguir sus fines, incluso con colaboraciones indeseables: la llamada operación Roures ofreciéndose al Govern liderado por ERC. Es curioso, llamativo y vergonzoso que los mismos que critican al nacionalismo, se ensañen con el Gobierno responsabilizándole del conflicto. Como inadmisibles resultan las amenazas e insultos al juez Llamela y su familia.

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