La experiencia es un grado: no van a ser Ada Colau ni Roger Torrent los primeros que desairan a un rey. Pocos días antes del intento de golpe de Estado de Tejero, unos junteros de Batasuna protestaron, al himno del Eusko Gudariak, contra el rey Juan Carlos en la Casa de Juntas de Guernica. El Rey supo con antelación de la protesta, pero no suspendió el viaje. No hay que dejarse confundir por las disidencias, hay que perseverar, no hay ni un resquicio de razón para romper España, ni un argumento a favor de que Cataluña sea independiente. Al rey Felipe VI ya le prepararon una celada el pasado 27 de agosto en Barcelona: con la connivencia de Colau y la participación de la ANC y Òmnium, los brazos políticos de la Generalitat de Puigdemont, metieron al Monarca en un culo de saco en el Paseo de Gracia para insultarle y amedrentarlo ante una supuesta mayoría que no era tal. ¡Y era una concentración cívica contra el terrorismo! El Rey es el aval para que esa Mobile World siga en Cataluña, y tomarán nota, no en Zarzuela, sino los organizadores, hay que estar muy ciegos para no darse cuenta de ese mal rollo que Torrent y Colau quieren crear. Les pasará como con la Agencia Europea del Medicamento, se les esfumó. Mobile le dirá adiós como las centenas de empresas que ya se ha marchado. Sin pestañear, y menos ante tanta ridiculez.

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