LA abstención ante cualquier situación de elección casi siempre discutida y considerada, globalmente, como un déficit participativo o de compromiso con unas determinadas circunstancias ante las que hay que tomar una decisión.

Sin embargo, hay algún matiz a considerar sobre el tema pues no es lo mismo un evento electoral, como el realizado en las semanas pasadas, donde la abstención puede ser una posición crítica respecto a los concurrentes e incluso, el propio sistema o el modelo electoral, los líderes y fuerzas políticas competidoras… que la abstención en una votación circunscrita al debate de una moción o una propuesta en una cámara o institución política, consejo de administración, tribunal de justicia... donde el abstenerse no es un hecho aislado, en si mismo, sino que está permitido el explicar los por que de la misma y, en definitiva, el fijar la posición tomada que, en el caso de la política, se hace en el ámbito de lo público.

Viene a cuento esta reflexión por la controversia suscitada sobre la posición que debería tomar el PP en el debate de investidura del Presidente del Gobierno y más, cuando preso de sus propias palabras, Rajoy se manifestó sobre la conveniencia de abstención por parte del PSOE, en el caso de que él resultara vencedor.

Pues bien, no sería malo que haciendo uso de su propio discurso, ahora, fuera el PP quien se abstuviera y podría ser bueno puesto que ello, ni niega ni apoya, como tampoco es un cheque en blanco, además, podría significar el inicio de un nuevo estilo opositor, al tiempo que permitiría un amplio margen de maniobra, cara al futuro de la vida parlamentaria, al permitir actuar sin el encorsetamiento que supone una toma de posición estricta en cualquier sentido. En definitiva, sería, operativamente, inteligente.

Cierto es, que no deja de ser prudente esperar a ver los contenidos del discurso de investidura, pero sabemos cómo son esos discursos e intuimos lo que pueden contener y es, precisamente por eso, que diga lo que diga el candidato a Presidente, que se manifestará con ciertas dosis de pragmatismo, la réplica permitirá un amplio campo para el análisis, sin sustraerse a la crítica, que propicie una justificación abstencionista que podrá tener múltiples argumentos justificadores, además de poner patente un claro elemento de coherencia respecto a lo dicho y planteado sobre los demás en una situación inversa y ello, me parece trascendente.