Llevamos varios días lamentando que el 30% de los abonados (igual con el arreón final se queda en el 20%) no hayan pasado a pagar y cumplir su palabra. Es una desgracia que un millar o así de seguidores con pedigrí, que renovaron sus carnés tras el descenso a Segunda B y firmaron su compromiso de permanencia en verano hayan renunciado a él. Es una tragedia que varios cientos de recreativistas no estén con su club y lo traicionen. Sí, es una pena y una decepción, pero el lamento dura lo que uno tarda en darle la vuelta a la lectura, se olvida de los que no están y se da cuenta de la respuesta de los que sí. Estaría bien hacer pública la lista como lo fue la de Líberos del Decano, pero no es posible. Alguna sorpresa habría.

Así mientras unos decepcionan hay muchos más que agotan los calificativos. Mes de marzo y abril, con apenas unos partidos para acabar la temporada 5.000 recreativistas acuden a las taquillas del Nuevo Colombino. Demos esa lectura. 5.000 fieles que pagan a falta de tres o cuatro partidos para el final cuando podrían ahorrarse el carné y perder su antigüedad, porque a la entidad no le cabe más sanción que esa pese a que consultó diferentes opciones más duras. 5.000 aficionados que cumplen, con palabra y compromiso. Una masa social que es la envidia de la categoría y que demuestra una vez más que siempre va a estar ahí. Esos que nunca van a fallar.

Del millar, o los que sean porque el club prefiere no dar cifras aunque todos echamos nuestras cuentas, que falla será mejor olvidarse. Si no quieren estar será porque no merecen estar. Ellos se lo pierden. Eso sí, haría bien el club en el futuro en primar de forma suficientemente contundente las renovaciones sobre las nuevas altas y que quien ha fallado se rasque el bolsillo cuando quiera volver, porque lo hará y entonces que pague.

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