En el Cartaya son malos tiempos para la lírica. El equipo no carbura. Después de cinco jornadas sin vencer la angustia se ha apoderado de la situación y hay jugadores a los que les pesan las piernas. En una categoría tan exigente como la División de Honor, o estás al máximo o los rivales te pintan la cara.

Y así anda el conjunto de Limón, muerto de frío porque al mal de la extraordinaria falta de gol se le ha unido una serie de factores que tiene que corregir el entrenador a la mayor brevedad posible. Hay futbolistas que han agotado crédito y oportunidades. No puede ser que algunos tengan ritmo de veteranos. No puede ser que tiren las primeras partes de forma tan lamentable. No se puede permitir que el rival, cualquier rival, parezca un tiro y tú parado. No puede ser.

Esta semana, tras la derrota ante el Puente Genil, se han sucedido las reuniones entre el club y el entrenador y éste con la plantilla. Da la impresión que habrá un antes y un después del partido de Rota. A Limón no se le ha dado un ultimátum. Pero en el cambio de impresiones se ha llegado a la conclusión de que es ganar o morir. Entre otras razones porque la tabla está a punto de partirse y como el Cartaya se quede fuera del corte van a suceder cosas. Ni la junta directiva ni el entrenador ni la propia plantilla pueden permitírselo.

Hay cosas que no están funcionando y el técnico lo sabe. Por consiguiente está en la obligación de hacer algo. Y si hace variaciones y la plantilla sigue sin responder, al menos no se podrá decir que no lo ha intentado. Esto es fútbol y ya sabemos cómo funciona el negocio. Pero lo que esté en la mano de cada uno, debe asumir el papel que le corresponde porque así lo está exigiendo la situación y los aficionados, que esperaban más de un equipo que cariacontece de forma sorpresiva y alarmante.

Rota es el punto de inflexión. Es ganar o morir. Es ganar y vivir. Porque un triunfo sería como ganar siete pulmones para lo que resta, que es mucho y exigente, y ya va siendo hora de que la plantilla se mentalice. En sus manos está. No queda otra que dar la cara. Aunque te la terminen partiendo. Pero al menos que no haya hada que reprochar.

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