El comité me pide que le informe de que ha sido usted seleccionado para jugar contra Escocia el próximo lunes en Glasgow, y que le solicite que se mantenga lo más en forma posible para esa fecha". Cuando J. A. Body recibió la carta de la Unión Inglesa de Rugby se encontraba en Brighton, en plena efervescencia del juego en el barrio londinense, campo de batallas entre los Shooflies del Brighton FC y los originales Wasps. Era la tarde del 20 de febrero de 1873. Sentado a la mesa de siempre de The Bugle, frente a unas cervezas, la leyó en voz alta al resto del grupo, compañeros de juego y del destacamento de artillería de Preston Barracks. "El uniforme que debe llevar consiste en un jersey blanco con insignia (rosa roja), unos calzones blancos y una medias marrón oscuro. Puede obtener el conjunto en Markham, donde encontrará también la gorra que será de terciopelo rosa con ribetes plateados". Se le daban instrucciones de las medidas a enviar a la sastrería y se le pedía una dirección de Londres a donde enviarle la equipación, "los retrasos en la entregas de paquetes a otras ciudades son frecuentes por los trasbordos a realizar". Era la tercera vez que Inglaterra jugaba un partido internacional, y ya el joven jersey blanco comenzaba a presentar los primeros tenues destellos de leyenda. Los otros escucharon con mucha atención el resto de información que daba aquel insignificante trozo de papel. Desde la Unión le recomendaban coger el expreso de las 8:40 en la estación de Euston, que llegaría a las 7 de la mañana a Glasgow. Se alojarían en el George Hotel. Así es como un joven se convertía en internacional para defender a su país. Releyó aquella carta una y otra vez, como si no acabase de creerlo. ¿Cómo se llama esa sensación? Aquello era tan grande que pensaba que se lo podrían arrebatar en cualquier momento y no podría ni protestar. Pero fue a Escocia y vistió de blanco. Aquella sensación se llamaba felicidad y fue más intensa con aquella carta en la mano que mientras jugaba en Glasgow.

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