El Recreativo de Huelva está viviendo un momento muy dulce en lo deportivo, que tiene visos de continuar si el técnico y la plantilla mantienen el nivel competitivo. Solo así se podrá sacar rédito a lo que se ha hecho hasta el momento. En cuatro partidos es imposible sacar conclusiones definitivas y es poco inteligente manifestar alegrías desproporcionadas. Y hasta el momento, entre los profesionales hay una cautela admirable. Es, sin duda, su mejor apuesta de futuro.

Por su parte, la euforia en la afición, la alegría de los onubenses y la entrega de los recreativistas merece, de una vez por todas, un plan que canalice toda esa energía a favor de la consolidación de la institución. La felicidad ha llegado a la casa del pobre y bien ganada que la tiene. El Recreativo de Huelva y las fuerzas vivas de la ciudad deben empeñarse en que no dure poco.

El recreativismo está encendido. A nada que se le acerca la mecha explota con algarabía y entrega. En Huelva no tenemos fin cuando nos empeñamos en algo. Aunque muy pocas veces se empeña. Y corremos el peligro de que la cuerda se nos quede muy corta sin tan siquiera haber tirado de ella.

Hoy por hoy, el Recre está muy vivo en la ciudad. Tiene que enseñarse una y otra vez como una entidad cultural e histórica, viva, presente, que se mueve con y por su ciudad y provincia. Quedarnos sólo en la representación deportiva volverá a ser un error. Porque si en el verde las cosas vienen mal dadas no habrá terreno donde volver a plantar la semilla.

Ahora que el Recre ha encontrado una identidad en el campo ha comenzado a ganar. Pero aún el Decano se sigue buscando a sí mismo en otras tantas materias que, con la digna excepción de la Escuela, están por comenzar a desarrollar en una institución que tiene toda la base social para convertirse en mucho más que un club.