Dice el sabio refranero español que no hay mal que cien años dure. Y añade que ni cuerpo que lo resista. Es el camino del Recreativo, sufriendo desde tiempos que ni se recuerdan, porque esto no es nuevo, previo paso por el purgatorio en algunas ocasiones, pocos años de cielo ha tenido. Siempre cerca de las llamas. Y a falta de tres jornadas para el final de la liga, resulta que necesita aún un triunfo que le otorgue paz, tranquilidad y alma en sosiego. Deportivamente hablando, porque lo otro es una historia paranormal.

Hace unas jornadas se daba por hecho que la salvación estaba hecha y no era así, luego convendrán conmigo en que cada uno tiene su destino, su sino, sufrir hasta elevarlo a la máxima expresión. Así es el Decano.

Y puestos en la concienciación de la realidad, asoma el Granada B y los pelos se ponen de punta. El filial granadino es de natural indisciplinado y dicharachero, lo que le convierte en una bomba, capaz de llevarte por delante o de afligirse al primer golpe de aire en contra. Mientras, el Recre se pregunta cómo meterle mano, cómo afrontar una cita impredecible y que igual es sol que sombra, lo mismo resulta frío que calor.

Así la situación, conviene que el Decano no abandone su personalidad ni se ponga a darle vueltas al asunto. En puntos así, cuando sólo te vale imponerte, hay que poner cara de pocos amigos y marcar territorio. Ellos tienen la temporada hecha y el Recre no. Por lo que se juega una barbaridad el conjunto de Pavón.

Restan tres jornadas y hay que evitar como sea llegar al límite. Y para evitarlo hay que ganar en Granada, se ponga el sol por Antequera. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Está tan estirada la plantilla en exigencia de todos los colores que el sudor que mana de sus frentes es frío como el acero. Ganar es la paz y el alma en el sosiego. Merece la pena un esfuerzo más aunque te quedes sin una gota de sangre en las venas.