Están los trabajadores del Recreativo de Huelva en huelga desde el pasado martes y, según el comunicado, la han convocado en estas fechas para no interferir la vida diaria del club, algo que les honra por la buena voluntad a la hora de no hacer más daño al Decano. Una huelga se convoca para reclamar lo que uno considera justo. Y se suele convocar cuando más presión hace sobre el que tiene la obligación de pagar. Así es en todos los colectivos del mundo y donde ese derecho esté reconocido.

A ojos de la opinión pública habrá quien considere el gesto de forma favorable y habrá quien lo entienda como un acto para la galería. A fuerza de ser sincero, la actuación llega tarde. Cierto es que les han hecho mil promesas incumplidas y que la situación está llegando a un punto de no retorno. Y como en todos los colectivos, hay gente que merece ser defendida hasta la última gota de sudor y otros que se amparan en el resto para chaquetear de forma sutil.

El caso es que hay quien apunta que, pase lo que pase y aunque el Ayuntamiento no cumpla con las exigencias, los trabajadores desconvocarán la huelga momentos antes de reanudarse la actividad en el club, justo antes de que se reanude la Liga. Perdonen mi incredulidad. No lo entendería. Y eso no sería lo grave. Lo grave sería que después de tanto tiempo nadando contra corriente, después de haber sido ellos el fundamento de la vida del club, si lo hacen, perderían toda la credibilidad.

Cuando uno inicia un plante de estas características tiene que llevar la acción hasta las últimas consecuencias. No es un llamamiento al levantamiento en armas. No lo entiendan así. Es simplemente que ya está bien del ninguneo al Recre. Si los trabajadores han optado por este camino, razones tienen más que de sobra. Pero ojo con que sea un paripé. Ojo que alguien se siente con ellos y vuelvan a las promesas después de tantas incumplidas y que de la reivindicación que hacen no se cumpla nada.

Todo viene heredado de la época de Comas. Cierto. Pero cuando se toma una decisión como la de hacerse con el club, entra absolutamente todo. Derechos y obligaciones. Eso es así aquí y en Pekín. Veremos qué pasa. Los trabajadores dirán. Se juegan el crédito que tanto les ha costado conseguir.

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