Análisis

José Vilaplana

Obispo de Huelva

Somos una gran familia contigo

Un nuevo año celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, ocasión para vigorizar aún más nuestro sentimiento de pertenencia al Pueblo de Dios que, como parte de la Iglesia universal, camina en este trozo de tierra y en este momento de la historia. Nacidos a la Vida de Cristo por el bautismo, hemos sido insertados como miembros de su Cuerpo en esta Iglesia concreta, en cuyo seno crecemos y compartimos el reto de anunciar, en medio de nuestro mundo y nuestro tiempo, la alegría del Evangelio. Esa alegría de ser y vivir como cristianos hoy en Huelva, como titulamos el presente Plan Diocesano de Evangelización, ha de ser la expresión de la experiencia discipular de quienes, viviendo con gozo esta pertenencia, se comprometen al servicio de esta tarea evangelizadora. La Iglesia de Huelva, a través de las distintas parroquias y servicios diocesanos, ha de ser el hogar donde la fe es experimentada y transmitida, no como un mero trasvase de contenidos doctrinales, sino como fuerza verdaderamente atractiva capaz de provocar la adhesión y el seguimiento a Jesucristo, su mayor tesoro, tanto en quienes nacen dentro de familias cristianas como en aquellos a quienes la búsqueda sincera de Dios les acerca hasta sus puertas. Una Iglesia que, en medio de sus debilidades, acoge a unos y otros, es signo visible de la entrañable misericordia de Dios que no hace acepción de personas. Como una buena madre, la Iglesia no sólo nos gesta como nuevos hijos, además, nos cuida y alimenta a través de los sacramentos y de la Palabra de Dios, pedagoga del camino, para llegar a ser verdaderos hermanos y auténticos discípulos. En su comunidad celebramos la vida, atravesada por el acontecimiento de Cristo, invitándonos a salir a las "nuevas periferias existenciales" para acercar a todos la luz de la esperanza que ilumina las oscuridades de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Nuestra Iglesia de Huelva ha de ser la "servidora de los últimos" en ese permanente ejercicio de la caridad con nuestros hermanos, especialmente aquellos que más sufren los grandes dramas de esta sociedad del descarte; generando una nueva conciencia social capaz de vencer la globalización de la indiferencia; y luchando por una sociedad más justa y equitativa, que no excluya a nadie. Es así como, a través de su testimonio, la Iglesia hace creíble la Buena Noticia que anuncia. Esta alegre respuesta de la comunidad eclesial es una realidad gracias al compromiso personal, consciente y animado por el Espíritu Santo, en cada uno de sus miembros. Con esa fuerza se explica la contribución de todos los miembros de la diócesis por la que se continúa transmitiendo, celebrando y testimoniando la fe. Somos una gran familia que se construye con el de cada uno. Contigo acompañamos en el aprendizaje del amor de Dios a nuestros hermanos, en la iniciación cristiana de los más pequeños y en la formación permanente de los adultos. Contigo, celebramos la presencia de Cristo en nuestras vidas y la esperanza a la que nos llama. Contigo, servimos a las personas, especialmente a los más pobres, para lograr prosperidad en educación, salud y trabajo, de acuerdo con la dignidad de toda persona. Por eso no puedo más que dar gracias a Dios por ti y cada uno de los miembros de esta Gran Familia que somos la Iglesia Diocesana, y porque, a través de vuestra colaboración y, con la gracia del Señor, hacéis presente a Cristo, vida nuestra, en la Huelva de hoy.

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