De la teoría a la práctica van siete pueblos y aunque el entrenador del Recreativo, Ángel López, ya lo advirtió cuando el asunto pintaba en verde, la derrota en Gran Canaria frente al Las Palmas Atlético deja la frase del cinturón y las curvas en primer plano del escaparate. El técnico, cuando las victorias se sucedían, dejó claro que no todo sería pasear por el parque. Lo dijo en la felicidad, luego no le pudo la euforia del entorno. Todo eso en la teoría. Ahora hay que comprobar que la estructura está intacta, los huesos firmes y por lo tanto que la plantilla siga en el camino que describió hace justamente un mes. Que deje claro que lo de Las Palmas fue un borrón de un buen escribiente.

Asoma el Jumilla y el partido, último de la primera vuelta, se viste de final. Así de simple. Habrá quien vea una exageración en la terminología. Pero teniendo en cuenta las circunstancias y cómo está la Liga, no ganar sería, primero, pasar unas navidades entre la zozobra y segundo, las dudas volverían a hacer acto de presencia.

Es lo que tiene ser candidato a llamar la atención, que no puedes estornudar porque hacerlo es ponerse cerca de la pulmonía.

El Recre que jugó frente al filial de Las Palmas no se pareció casi en nada al de partidos anteriores. La Segunda División B tiene eso. Campos chocantes, que se te atragantan, y rivales que no puedes dar por muertos porque se ponen de pie y te sorprenden. El Decano tiene que ser consciente de que no siempre puede jugar en campos como el Nuevo Colombino. Además, las interpretaciones tienen que ser diferentes por el piso, las dimensiones y el ambiente.

A todo eso hay que apuntar que algunas parejas de baile no acaban de cuadrar los pasos, de ahí que el club busque alternativas en el mercado. En todo caso, el partido del domingo ante el Jumilla hay que solventarlo con lo que hay. Sin ánimo de meter presión, es una final. Ángel López lo sabe y la plantilla también.

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