No estuve con el primer equipo en Almería. Sí con el club en Málaga donde los sub14 habían jugado un partido del campeonato de liga la tarde anterior. El patio de luz del museo Picasso rebosaba domingo luminoso. Los mensajes llegaron al móvil cuando me dirigía a la tienda de la salida en busca de una lámina del retrato de Françoise Gilot, y el enamoramiento desapareció. El primer equipo perdía el ascenso. La renta de puntos que consiguieron en el partido de ida se desvaneció en Almería y la información llegó de golpe en forma de números fríos. El rugby del Bifesa Tartessos había alcanzado cotas de calidad inusitadas en el partido de ida, ante un club, la Unión de Rugby de Almería, que lleva años haciendo las cosas muy bien. Pero no fue suficiente.

Bajé por las escaleras hacia la planta baja del museo, despacio y pendiente de la pantalla del móvil, esperando algo de literatura que me permitiese digerir aquellas malditas matemáticas de la derrota. "José María está escribiendo"… paré en el rellano y esperé. Aquí viene Amiti con la medicina. "Bueno, lo primero es felicitar a los chicos y al cuerpo técnico por el peaso de trabajo que han hecho". "Cabeza alta". "Gran temporada". Los mensajes en el grupo de whatsapp del club se sucedían. Todos sentían lo mismo que yo. Hay una genética común en esta familia. Y por fin, una hora después de la llegada de aquellas cifras, llegaron las palabras del capitán: "Lo hemos peleado". "Hasta el final". "Su último ensayo ha sido a falta de cuatro minutos". Tres mensajes que venían a refrendar nuestra fe inquebrantable en nuestros jugadores. Francoiçe Gilot se quedó en el museo, más triste ahora que en la primera mirada. Mi mujer me había recriminado un par de veces el hecho de que estuviese tan pendiente del móvil. Lo guardé en el bolsillo, me senté con ella y con mis hijos en una terraza, me pedí una cerveza y brindé en silencio por la salud de nuestros jugadores, nuestra entrenadora, y todos los que fueron a Almería a defender una forma de hacer rugby. Y felicité, también en silencio, a los almerienses. Es amor lo que sentimos por el Tartessos.

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