Anda el Recre, como casi siempre en los últimos tiempos, a la desesperada buscando soluciones que de momento no llegan. Dada la precariedad de la plantilla, en miembros y calidad, lo deportivo está cogido con alfileres y lo escribimos aquí hace tiempo. Nadie repara, a día de hoy, en que pueda ser una posibilidad real el descenso de categoría. Todo como consecuencia de que restan muchas jornadas y no hay que dramatizar, dicen. Si yo fuera el Recre no estaría nada tranquilo. Queda demostrado que el equipo luchará por sobrevivir, deportivamente hablando. Y no se trata de ser agorero. Sino de ver la realidad.

Esta plantilla, poco exigida desde la grada desde hace tiempo, lucha por sus derechos como haríamos cualquiera de nosotros. Pero tiene excesivas disculpas a las que agarrarse. Y eso, casi sin pretenderlo, le baja el pistón porque nadie dice nada. Está bien lo de los derechos. Pero a algunos se les han olvidado las obligaciones. O igual es que no dan más de sí. Que también es posible.

El gran partido del Recre, como escribía el otro día mi amigo José Ángel González, está en Hacienda. Cierto. Pero recuerdo que sin equipo no hay club y perder la categoría sería el entierro. Se les pide, desde diferentes criterios y opiniones, a los futbolistas que retiren las denuncias para poder fichar. Eso sí, bajo el compromiso de que cobrarán sus emolumentos. Si no lo hacen, difícil panorama se le presenta al Recreativo. En la competición a día de hoy es una calamidad. Ya se lo dijo el Sanluqueño el otro día mirándole a la cara. Por consiguiente, hay que hacer algo y hay que hacerlo ya.

Me consta que el consejo de administración está trabajando a destajo al igual que Carlos Hita. Pero da la impresión, también, de que va tarde en la toma de decisiones. Y se espera que, independientemente de lo demás, bastante elocuente y fundamentado, se establezcan los esfuerzos en lo deportivo.

En la exigencia a los jugadores puede estar una de las claves. Se ha realizado mucho esfuerzo como para que la concienciación no llegue donde tiene que llegar. Nadie duda de la actitud. Porque se ve que se dejan el alma. Pero igual no les alcanza. Y entonces, si es así, hay que hacer limpia y cuenta nueva. Por este camino, en unos meses, no quedará del Recre ni la huella que tanto le ha costado dejar en 127 años de historia.

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