El mejor equipo del mes de noviembre ha potenciado la recremanía hasta tal punto que aparece la fábula del cuento de la lechera haciendo volar la imaginación de que el sueño imposible puede ser realidad esta temporada. El maná de los resultados eleva la ilusión, que no tiene puertas. Una reacción que funciona por la combustión interna de la mecha encendida por Ángel López, que ha pasado de ser un perfecto desconocido a ponerse en el escaparate. Lo que en término flamenco se denomina "cantaor de atrás a delante". De acompañar en segundo plano el manejo del baile Casquero, a ser el protagonista principal del nuevo quejido de alegría.

El binomio López-afición refleja un auténtico idilio con la posibilidad razonable de que algo sucederá por la hiperactividad. De olvidarse de ganar y encajar goles al cambio brutal de rentabilizar sus ocasiones manteniendo el cerrojo, es decir, la teoría-práctica de Segunda B para rebajar la ansiedad y soltar lastre. Sólo empaña esta felicidad el calentón de Nacho Monsalve con insulto soez al árbitro, que obliga al club a aplicar su código ético disciplinario. Cuatro victorias seguidas sin encajar un gol ha creado una atmósfera de euforia. El fútbol es un juego donde se unen ilusión, suerte y efectividad.

Esta explosión también traerá consigo el aumento de respeto y la mayor atención de los rivales, que implicará la necesidad de potenciar la capacidad creativa para dotar de alternativas ofensivas frente a la resistencia de las defensas. A este Recreativo emergente lo esperarán como un claro favorito. Eso sí, bendita sea esta situación si miramos el malestar y la preocupación generados hasta el mes de octubre. El filial del Granada es el equipo revelación, situado en play off con cinco jornadas sin peder (dos victorias) y el Recreativo aspira a lo mismo con hambre, aupado a su euforia, que desde el vestuario hay que saber gestionar de manera adecuada.