Análisis

Juanma G. Anes

Un Recre digno

Oigan, señores responsables: queremos un Recre digno. Y lo queremos desde ya

Todos tenemos nuestros argumentos y nuestras razones para tratar de explicarle al mundo porqué ha transcurrido así esta insípida y desesperante temporada del Decano, que nació como nunca y murió como siempre, librándonos del desastre justo antes de que el verdugo soltara el resorte para que cayera la cuchilla. El cogote lo hemos salvado, sí, pero las canas que nos han salido este curso no nos las tapa ya ni un tratamiento de toneladas de Shiseido en vena. Este tercer año seguido en el abismo del abismo (y cuarto consecutivo de penas deportivas), a diferencia de los dos anteriores, ha tenido muy poca gracia; pero que muy poca.

Cómo se ha podido tirar por la borda el buen ambiente que reinaba en agosto y septiembre o aquel misil de Lazo en San Fernando que nos devolvió, por un instante, la ilusión a casi todos nosotros (pobres ilusos), pasarán ya a la historia de un equipo que, tres entrenadores después, no supo nunca el toreo que le convenía hacer con la muleta por desconocer la ganadería que teníamos enfrente ni la plaza en la que estábamos. Que huyéramos el domingo del estadio maldiciendo en arameo por la bofetada del minuto 95 fue de todo menos casualidad. La gente, la buena gente que tanto ha dado al Recre estos últimos años, no se merecía eso, aunque intuyéramos que fuera a pasar.

Oigan, señores responsables, estén aquí o a 632 kilómetros: queremos un Recre digno. Y lo queremos desde ya. Y eso, junto a otras cosas que el club -quien mande- debe seguir mejorando (respeto a la casa y a la cantera, promoción de la historia, una comunicación acorde al siglo XXI, un cuidado máximo de sus abonados...) tiene que pasar, inexorablemente, por los resultados... pero desde pretemporada, que ya está bien. Se acabó la broma. Devuélvannos los años perdidos, que a todos nos ha costado mucho mantener esto con pulso.

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